2 dic 2014

E.ON provoca un tornado en el sector energético europeo al apostar el todo por el todo por las renovables

Las consecuencias de la transformación energética

En 2011 se produjo en Japón la catástrofe de Fukushima. El Gobierno alemán decidió entonces abandonar la energía atómica. Había nacido lo que luego se bautizaría como “transformación energética”. Desde entonces, Alemania es observada con gran atención: ¿logrará una de las mayores economías del mundo producir próximamente la mayor parte de su energía sin el carbón ni el átomo, es decir, solo a partir de energía eólica,  solar e hidráulica?

Sin duda, ni EON ni las demás empresas energéticas que abastecen el mercado alemán, tales como RWE, EnBW y Vattenfall, cerraron los ojos ante ese proceso. EON, por ejemplo, invirtió en los últimos ocho años unos 10.000 millones de euros en energías renovables. Pero no se dieron cuenta de otra cosa: que al final del proceso, nadie iba a necesitar gigantescas empresas energéticas, porque el futuro pertenece a las estructuras descentralizadas. Ahora lo están empezando a registrar. No solo EON, sino también RWE y Vattenfall han comenzado a dar pasos atrás precipitadamente.

E.on sube más de un 4 % en bolsa tras presentar su nueva estrategia