21 feb 2015

La nuclear se apaga lastrada por sus inconvenientes

Pese a todos los esfuerzos a su favor (los gobiernos cerrando los ojos ante el problema de los residuos, el riesgo de proliferación, el peligro de accidentes catastróficos o las más de 100.000 personas que todavía permanecen en estado de desalojo forzoso en Japón; los ciudadanos subvencionado el sobrecoste con esquemas de primas que deberían en buena razón aplicarse a mejores tecnologías; nosotros mismos haciendo un ejercicio de buena voluntad al dar por buenos los números presupuestados en 2013 para Hinkley Point C) no hay manera, la nuclear no puede: a la espera de un avance tecnológico que nunca llega, está condenada a renacer de sus cenizas una y otra vez y, frustrados de nuevo sus intentos, volver a morir bajo el peso de sus propias limitaciones.

Lo peor no es que nuestros hijos vayan a pagar costes de la energía nuclear que estamos utilizando nosotros. Lo peor es que el plan de ENRESA solo abarca hasta 2085, cuando los residuos de alta actividad seguirán siendo peligrosos durante al menos 10.000 años más. No serán nuestros hijos sino centenares de generaciones posteriores. Es descorazonador comprobar que el plan de ENRESA no solo depende de que el controvertido almacén temporal centralizado (ATC) de Cuenca esté operativo en 2016, sino también de que se construya un almacén "definitivo" (AGP) a partir de 2050 que en 2085 solo requiera de "vigilancia institucional" cuando la experiencia internacional en este tipo de instalaciones es prácticamente inexistente.