26 oct 2017

Ni el Tribunal Supremo podrá parar lo que ya es imparable

La historia nos muestra numerosos ejemplos de “resistencias al cambio” en diferentes épocas y circunstancias. Supongo que es una reacción muy humana y natural, pero la realidad acaba por imponerse, casi siempre por la necesidad o por los beneficios que reportan esos cambios.


Recuerdo hace unos 30 años, cuando la mayoría de las calefacciones eran de carbón y que a pesar de lo nocivo que es este combustible, muchos usuarios resistían a cambiar sus calderas. De hecho aún quedan algunas, cosa inaceptable.

Nuestro Tribunal Supremo, con todos los respetos a tan alta institución está, al fin y al cabo, compuesto por personas que han ido sido bombardeadas, como ciudadanos de a pie, por múltiples informaciones, muchas de ellas confusas, y no pocas malintencionadas. Generadas por lobbies que pretenden defender su interés cortoplacista, que no es el de la mayoría de los ciudadanos ni el de la sociedad en su conjunto. Esta contaminación mediática es, lo que espero, posiblemente haya influido en su, para mí, sorprendente sentencia.

El autoconsumo fotovoltaico, que a escala doméstica permite producir electricidad a unos costes de generación, hasta hace poco inverosímiles, (muy por debajo de las más baja tarifa eléctrica), convierte a esta tecnología en una solución estratégica para nuestro país. Y a esto no podemos renunciar, a pesar de la resistencia de algunos.