25 nov 2017

España y el coche eléctrico: "Nos van a comer por todos lados si no espabilamos"

Arturo Pérez, director gerente de la Asociación Empresarial para el Impulso del Vehículo Eléctrico;

A pesar de que nuestro país necesita cientos de miles de vehículos eléctricos para cumplir con los requisitos de reducción de emisiones exigidos por la UE para el 2050, aún vamos a la zaga en lo que a implantación se refiere. Mientras el Gobierno trata de fomentar este tipo de transporte limpio con el plan de ayudas MOVALT y las administraciones locales y regionales ponen en marcha sus propias iniciativas de estímulo, los consumidores continúan dudando debido a los precios, la escasez de puntos de recarga y la limitada autonomía de los automóviles.

No solo se trata de comodidad, silencio y mejora de la salud por el descenso de la contaminación. “Desde el punto de vista industrial, corremos el riesgo de perder competitividad, empleo y liderazgo en un sector tan importante como es la automoción, que también está ligado a la eficiencia energética y al mercado eléctrico”, recalca Pérez. La Agencia Europea del Medio Ambiente estima que, si el 80 % del parque de vehículos fuera eléctrico, el continente necesitaría aumentar su capacidad de producción de energía 150 gigavatios (un 15 % de la actual). Solo España debería incrementar su producción en un 8 %.

A pesar de que en nuestro país hacen falta alrededor de 300.000 unidades y 11.000 electrolineras para cumplir con los objetivos de reducción de emisiones de la UE para el 2050—una oportunidad para las empresas del sector—, en España se fabrican tan solo tres modelos. El número total de vehículos eléctricos ‘made in Spain’ fue de 10.081 el año pasado (solo un 5,7 % fue a parar al mercado español), una cifra que apenas representa un 0,3 % del total de la fabricación automovilística, según datos de ANFAC, la patronal del sector.

“Nos van a comer por todos lados si no espabilamos, y vamos a perder muchas cosas, entre ellas la salud, la competitividad y el empleo”, sentencia Pérez.

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La industria automovilística en Europa tiene mucho peso y tiene una capacidad de hacer lobby muy fuerte. Por ejemplo, el caso de Alemania. A finales de agosto y en pleno ambiente pre-electoral, se celebró una cumbre del diésel, en la que el Gobierno, con los fabricantes de motores diésel, se comprometió a apoyar una inversión en tecnología para hacer unos propulsores de gasóleo limpios. Eso es ir hacia atrás: es apostar por el pasado y no por el futuro. En el imaginario social de Alemania el diésel, la industria del automóvil, tiene mucho peso, pero hay que ser valientes y tener una visión estratégica. China e India han entendido esto perfectamente y aspiran a que en unos años el 80% de sus coches sean eléctricos. En Europa estamos a la cola. O somos capaces de producirlos aquí, generar mercado, o los vamos a tener que importar.