En los difíciles momentos que nos toca vivir en España es complicado ver
en ellos algún camino que nos lleve a la salida de la crisis. Uno de
los graves problemas que estamos sufriendo es la pérdida alarmante de
competitividad de nuestras empresas. La competitividad depende en gran
medida de los costes energéticos, en constante incremento. Por tanto, se
puede afirmar que nuestra dependencia de una energía cara, más cara que
la de nuestros competidores, es el factor que más nos hace fracasar en
el mercado nacional, europeo y global.