China se ha convertido en un destacado líder mundial en energía renovable. La
inversión en fuentes de energía limpias ha pasado de 39.000 millones a
111.000 millones de dólares en apenas cinco años, mientras que la
capacidad de energía solar fotovoltaica se multiplicó por 168 veces y la
energía eólica se cuadruplicó. La utilización de energía renovable real también creció. El
porcentaje total de combustibles no fósiles en el consumo de energía
primaria aumentó del 8,3% en 2010 al 12% en 2015, superando la meta del
país del 11,4% y poniendo a China en el buen camino para
cumplir con su compromiso en Copenhague de llegar al 15% en 2020, y el
de París, por el que pretende lograr el 20% en 2030.
En EEUU la que ha vivido especiamente sus años dorados ha sido la solar fotovoltaicas desde los 382 GW de 2009 la potencia instalada se ha ido
duplicando más o menos cada tres años, marcando récords en 2014 y 2015.
Tanto es así que en los últimos cinco años las instalaciones se han
multiplicado por 16.
Una señal de que la estrategia de Obama ha sido buena es que se ha
conseguido que la eólica y solar hayan llegado al punto en que son
económicamente viables. Los PPAs (power purchase agreements o Acuerdos de Compra de Energía) de energía eólica en EEUU están bajando de los 2,5 centavos de dólar por kilovatio-hora, mientras que los precios de la solar a gran escala han llegado a mínimos históricos.
Al mismo tiempo, hogares, pymes y la gran industria están comprando más energía renovable que nunca,
el autoconsumo es tendencia en la mayoría de Estados y la mayoría de
las empresas han puesto en marcha algún tipo de plan de sostenibilidad.
Por otra parte, las eléctricas están cambiando el chip. Empiezan a ver a
las renovables como una manera de ofrecer electricidad
asequible y fiable, y no como un problema.
La transición energética ya está en marcha en uno de los países con más reservas de petróleo bajo su suelo del mundo.