13 nov 2025

El apagón del 28-A: dónde fallaron las personas y qué debemos cambiar

El gran apagón ibérico del 28 de abril de 2025 no fue sólo una cadena de fallos técnicos. Tras los informes publicados por el Comité de Análisis del Gobierno, ENTSO-E, la AIE y el Instituto de Investigación Tecnológica (Comillas), emerge una conclusión incómoda: hubo decisiones humanas —en planificación, operación y supervisión— que dejaron al sistema eléctrico demasiado expuesto.

1. Fallos humanos que contribuyeron al colapso

a) Planificación arriesgada: demasiada poca generación síncrona

Aquella mañana el sistema operaba con mínimos históricos de grupos térmicos acoplados, a pesar de que se sabía que la red del sur estaba débil y que la demanda era relativamente alta. Esa elección dejó al sistema con escasa inercia y poca capacidad de control dinámico de tensión, un riesgo que debió anticiparse.

b) Un grupo clave en el sur falló… y nadie lo sustituyó

Un ciclo combinado del sur, previsto para aportar control de tensión, se declaró indisponible la tarde del 27 de abril. El operador no lo reemplazó, pese a su importancia en la zona que acabaría siendo el epicentro del colapso. Mantener el sistema con ese hueco fue una decisión humana evitable.

c) Instalaciones que no cumplieron su papel

Varias centrales que estaban obligadas a absorber potencia reactiva no aportaron lo previsto. Un grupo en particular actuó de forma anómala, “distinta a su comportamiento habitual” según el informe técnico. Esa falta de respuesta empeoró la estabilidad de la tensión en el sur.

d) Protecciones mal configuradas

Algunas instalaciones se desconectaron antes de que los límites de tensión lo exigieran, lo que revela fallos de ajuste, pruebas insuficientes o una verificación deficiente. En un sistema moderno, esos errores humanos en configuración son tan graves como una maniobra equivocada.


2. ¿Qué cambios son necesarios para que no vuelva a ocurrir?

1. Asegurar mínimos obligatorios de generación síncrona

No se puede operar un sistema tan grande con márgenes tan estrechos. Debe fijarse por normativa un mínimo dinámico de grupos síncronos (ciclos, hidráulicas y nucleares) según condiciones reales de red, no solo en función del precio de mercado.

2. Reglas más estrictas para sustitución de unidades críticas

Si un grupo destinado al control de tensión se cae a última hora, la sustitución debe ser automática y obligatoria, especialmente en zonas estructuralmente débiles.

3. Auditorías independientes de los sistemas de protección

Los disparos incorrectos aceleraron el colapso. Es imprescindible:

  • auditorías externas anuales,

  • pruebas coordinadas de ajuste,

  • y sanciones claras para instalaciones que no cumplan rangos LVRT/HVRT.

4. Remunerar de forma adecuada los servicios de estabilidad

Hoy el mercado eléctrico paga la energía, no siempre la estabilidad. Para evitar operar “al límite”, deben reforzarse los pagos por:

  • control de tensión,

  • inercia,

  • capacidad de recuperación,

  • y disponibilidad real.

5. Transparencia total de datos operativos críticos

Muchos errores no se habrían repetido si se hubieran aprendido de incidentes previos (22 y 24 de abril). Publicar datos anonimizados y exigir análisis independientes permitiría corregir debilidades antes de que escalen.


Conclusión

El apagón del 28-A fue un aviso: la tecnología falló porque antes fallaron las decisiones. No basta con tener mucha generación renovable; hace falta diseñar, operar y supervisar el sistema con un margen de seguridad robusto y reglas que premien el comportamiento responsable.
Si se aplican estas reformas, el incidente habrá servido para algo más que un informe: habrá servido para blindar la seguridad eléctrica del país.