22 nov 2025

Los nuevos cambios regulatorios convierten las baterías en la llave maestra de la gestión de la demanda

El sector eléctrico español está viviendo una de esas sacudidas que no hacen ruido… pero cambian el tablero. En 2024, el marco regulatorio ha abierto la puerta —por fin— a que la demanda participe de verdad en el sistema mediante pagos por flexibilidad y servicios de capacidad. Traducido al lenguaje terrenal: quien pueda mover, reducir o modular su consumo en los momentos críticos, cobra.

Y aquí es donde la película se pone interesante: la forma más eficiente, controlable y rentable de ofrecer esa flexibilidad es con baterías.

¿Qué está cambiando exactamente?

El nuevo mercado de capacidad y los mecanismos de respuesta de la demanda reconocen algo que el sector llevaba años pidiendo: la flexibilidad no solo la dan las grandes centrales. También la dan las empresas, industrias y consumidores que pueden jugar con su curva de consumo.

Pero ojo: la flexibilidad improvisada—apagar máquinas, parar procesos, calcular cuándo conviene y cuándo no—tiene límites. El sistema eléctrico necesita firmeza, no buena voluntad. Necesita recursos que respondan rápido, de forma predecible y sin interrumpir la actividad del cliente.

Eso, literalmente, es el trabajo de una batería.

La batería como “máquina de ingresos” en el nuevo mercado

Las baterías dejan de ser solo un equipo de ahorro energético y se convierten en un activo que genera ingresos. ¿Cómo? Así:

  1. Participación en mercados de capacidad:
    Aportan firmeza y disponibilidad. Están listas cuando el operador del sistema lo pide.

  2. Servicios de flexibilidad y modulación:
    Pueden descargar en momentos de alta demanda (y precios locos) y cargar en horas baratas.

  3. Arbitraje energético:
    Aprovechan la volatilidad del mercado mayorista para comprar barato y vender (o evitar consumir) caro.

  4. Autoconsumo optimizado:
    Si antes el autoconsumo era ahorro, ahora es ahorro + ingresos.

La ecuación es simple:
más oportunidades de ingresos + más valor regulatorio = más rápido se amortiza una batería.

¿Por qué ahora es el momento de invertir?

Podrías decir que esto es “otra moda regulatoria”, pero no. La tendencia es global y estructural. La red necesita flexibilidad porque la penetración renovable ya está en niveles donde la variabilidad importa de verdad. Los operadores del sistema están dispuestos a pagar por esa flexibilidad porque, literalmente, no tienen alternativa.

¿Quién gana?
Quien tenga almacenamiento.

¿Quién pierde?
Quien siga creyendo que una batería es un lujo opcional.

Un mensaje claro para el cliente industrial

Antes una batería era un “por si acaso”.
Ahora es un activo financiero que cobra vida propia: reduce costes, genera ingresos, mejora la estabilidad y permite cumplir con los nuevos esquemas de gestión de la demanda sin parar la actividad.

En un mercado donde la volatilidad ya no se irá, la mejor estrategia no es resistirla, sino dominarla.

Y eso empieza instalando una batería.