El fanatismo religioso, la marginación social y el imperialismo occidental han constituido el caldo de cultivo del monstruo que ahora nos golpea.
El monstruo domina las zonas petrolíferas de Irak y Siria, y se calcula que venden alrededor de 2 millones de barriles cada día, con lo cual obtienen unos 50 millones de $ diarios, de manera que pueden pagar buenos sueldos a sus combatientes, mercenarios en realidad, un importante factor de reclutamiento. Con esos millones no les resulta difícil obtener armas, quizás de las mismas compañías que les compran a bajo precio el petróleo, con lo cual éstas incrementan aún más sus beneficios y hacen un negocio redondo, sin importarles que mueran niños, mujeres y demás civiles inocentes. ¿Cuáles son esas compañías petroleras? Oficialmente no se sabe pero oficiosamente se supone que son las que operan por la zona, sobretodo norteamericanas y europeas.
Los ciudadanos occidentales debemos espabilarnos y obligar a los respectivos gobiernos a que caminen en la dirección correcta, oponiéndonos a sus veleidades guerreras y al comercio de armas, especialmente con los Estados del Golfo, exigiendo el cese de cualquier tipo de transacciones con el Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL) o sus intermediarios.
Y dado que el fondo del problema es el petróleo, también deberíamos acelerar la transición energética hacia la eficiencia y las renovables, disminuyendo el consumo de los derivados del petróleo en la medida de lo posible.
Y dado que el fondo del problema es el petróleo, también deberíamos acelerar la transición energética hacia la eficiencia y las renovables, disminuyendo el consumo de los derivados del petróleo en la medida de lo posible.