En medio de esta sociedad, definida por Bauman en un contexto de “modernidad líquida” o de avance hacia la “Civilización empática” de Rifkin, encontramos que, en términos de energía, la situación también está cambiando notablemente. La transición energética de la Tercera Revolución Industrial está abriendo la puerta trasera del sistema eléctrico, inaugurando una vía para los ciudadanos que se dirige a la democratización energética.
Estamos sometidos al imperialismo de la economía. La gran
mayoría somos ciudadanos trabajadores (que no clase media), y todos
somos esclavos consumidores.
La electrificación es básica en los hogares, un servicio indispensable en casi la totalidad de las actividades económicas .
El vehículo eléctrico es un elemento transformador del sistema energético y el establishment se está preparando para los suculentos cambios que se avecinan.
El sector ni está liberalizado ni hay mercado.
El Estado ha tenido que titularizar una deuda millonaria por el renombrado déficit de tarifa. Para aderezar el amargo cocktail los gobiernos de turno han ido añadiendo otros hitos recaudatorios disimulados en el recibo de la luz. Estos impuestos son casi la mitad del precio que pagamos en el recibo. No es tolerable que se sigan incorporando impuestos encubiertos.
Somos esclavos consumidores que pagamos sus costes. Unos costes
que se podría afirmar que son falsos porque no hay una auditoría
independiente que contraste la veracidad de los mismos.
Pero hay síntomas de cambios. Un sistema eléctrico hackeado por el
ciudadano que abre la puerta a la desconexión y el autoconsumo.
Ahora nos toca el turno a cada uno de nosotros. Ya está bien de
protestar en la barra del bar. Tenemos opciones para elegir y
transformar nuestra realidad. Ahorra energía, autoconsume o desconéctate
si puedes, si no, cámbiate a comercializadoras de energía 100% verde.
Que tu próximo vehículo sea eléctrico. La libertad y el valor de elegir
son nuestros. Actúa.