La calefacción no es sólo una fuente de contaminación de la misma magnitud que el tráfico, es que además es la que sería más sencillo, barato y ventajoso eliminar por medio de la electrificación.
Efectivamente, el coste de un coche eléctrico ronda los 30.000€, mientras que un equipo de climatización (aire acondicionado / bomba de calor) para una vivienda de 100m² oscila entre 1.000 y 2.000€. Económicamente, el coche eléctrico aún sigue estando en desventaja frente al térmico, mientras que la bomba de calor es la tecnología de calefacción más económica.
Por otra parte, así como para el transporte privado hay alternativas (el transporte público electrificado), más ventajosas en términos de inversión pública, eficiencia energética, productividad de la sociedad al reducir los atascos y, por lo tanto, los tiempos de desplazamiento no hay otra alternativa a la bomba de calor que no pase por reacciones de combustión.
Entonces, si la bomba de calor es un método mucho más sencillo, eficiente y económico que electrificar el transporte privado, si realmente nos importa reducir las tasas de contaminación ¿por qué demonios siempre, invariablemente, hablar de contaminación es hablar del tráfico, y no de la otra gran fuente de contaminación? Es más, incluso tratando del tráfico, se relegan otras soluciones para centrarse en el nuevo bien absoluto de nuestra cultura: el coche a pilas.
Yo cada vez aprecio más claramente que hay un empeño en imponerlo, y que la contaminación urbana o el cambio climático es sólo una excusa. Si los motores suponen la mitad de la contaminación urbana (al menos en PM y NO2), el transporte privado por carretera sólo supone una mínima parte de las emisiones globales de CO2e, cuya electrificación en todo caso sólo reduciría entre 1/5 y 1/3 esas emisiones debido al proceso altamente contaminante de fabricación de baterías.
Realmente, de lo que va esto, es de que nos compremos un carísimo coche nuevo. Si no lo haces por fardar, hazlo por salvar el planeta (y vanagloriarte de ello) o, finalmente, por obligación (porque acabarán imponiéndolo).
Una vez más lo repetiré: mi modelo de movilidad urbana pasa por sacar todos los vehículos automóviles privados del núcleo urbano. Todos, térmicos o eléctricos, también los taxis (empezando por los taxis, pues es el método más ineficiente de transporte tanto en espacio ocupado como en energía, debido a los trayectos en vacío). En todo caso podrían admitirse pequeños ciclomotores eléctricos…
Propongo la prohibición de:
– Calderas/estufas de combustible sólido (leña, carbón, pellet), para núcleos de población superiores a los 1.000 hab.
– Calderas de combustible líquido (gasóleo, queroseno), para núcleos de población superiores a los 10.000 hab (y la equiparación de la fiscalidad con el gasóleo de automoción, igual que el resto de combustibles, sea para aviación, agricultura…).
– Calderas de combustible gaseoso (metano, propano, butano), para núcleos de población superiores a los 100.000 hab.