En los mix energéticos del futuro más inmediato, la energía solar tiene un papel preponderante junto a la eólica. Para promover su difusión son necesarias diversas claves como el perfeccionamiento de la eficacia, portabilidad o ligereza de los paneles solares, las políticas públicas que incentiven y promuevan el autoconsumo o su impulso desde las principales instituciones y organismos a través de programas como Misión 2020.
Una buena noticia es el palpable abaratamiento de los precios en la industria fotovoltaica durante los últimos años. De hecho, la Agencia Internacional de la Energía Renovable (IRENA) cree que los costes se reducirán un 60% en una década. En su último informe, los pronósticos de su director general, Adnan Z. Amin. rezan que las instalaciones anuales crecerán entre 80 y 90 GW el próximo año, manteniendo esa tasa de crecimiento durante cinco o seis años.
La previsión positiva de IRENA se apoya en varios pilares: uno de ellos, es la mejora tecnológica -como las películas delgadas y flexibles que harán despuntar el sector BIPV- y la caída en el coste de las baterías que “ofrecerá un impulso oportuno desde ahora hasta el 2027”. Por el momento, y a comienzos de este mes de octubre, el precio más bajo del mundo se registró en Arabia Saudita, donde la firma francesa EDF lideró un consorcio que ganó una licitación para desarrollar un proyecto solar a gran escala por 17,8 dólares / MWh.