Contaminación y cambio climático subvencionados. A España le cuesta desengancharse de la generación sucia de energía y más si se observa el volumen de ayudas económicas que recibe la generación de electricidad, el transporte o la agricultura a base de combustibles fósiles (grandes generaciones de emisiones de gases de efecto invernadero): unos 1.000 millones anuales de dinero público en forma de inyecciones directas o exenciones fiscales, según ha recopilado el Instituto Internacional de Derecho y Medio Ambiente (Iidima) de datos oficiales.
El discurso público que emite España se centra en la reducción progresiva de fuentes energéticas fósiles y apuesta por las renovables. Como miembro de la UE tiene el compromiso de abandonar las ayudas dañinas para el medio ambiente en el año 2020. En lenguaje oficial, como el usado en la cumbre del clima de París de 2015, se enuncia: "Hacer los flujos financieros coherentes con un camino hacia bajas emisiones de gases de efecto invernadero". No poner dinero para quemar petróleo, carbón o gas a la hora de obtener energía.