Después de poner en marcha agresivos programas de ayudas, con cantidades que en algunas regiones llegan a los 15.000 euros,
el gobierno chino ha decidido que era el momento de dar un paso más
allá, y lanzarse a la adquisición de una importante cantidad de coches y
autobuses eléctricos.
Como suele suceder, los chinos lo hacen todo a lo grande, y en esta
ocasión no es diferente. A lo largo de los próximos cinco años, Pekín
comprará nada menos que 200.000 autobuses y 100.000 taxis eléctricos, que prestarán sus servicios en diferentes ciudades. Unas 60.000 unidades cada año.
Ahora el objetivo además de concretar estas operaciones, es fortalecer la expansión de los coches eléctricos entre los consumidores privados. Algo en lo que el gobierno comunista también está trabajando, como por ejemplo habilitando miles de farolas como puntos de recarga a lo largo de todo el país.
Los indicios nos dicen que algo se está moviendo en el gigante asiático.
En lo que llevamos de año las ventas de coches eléctricos se han multiplicado por cuatro durante los dos primeros meses del año.
Un primer paso que gracias a las múltiples acciones del gobierno, se
espera no sea más que el principio de la revolución del transporte en China.