Lo importante del lanzamiento de Tesla es lo que supone de llamada de atención sobre lo que de verdad supone un cambio de época.
El avance de la tecnología ha cambiado la ecuación que conocíamos: la
generación de energía a partir de fuentes limpias y renovables ya no es
más cara que su equivalente a partir de combustibles fósiles. La energía fotovoltaica y otras renovables ya son consideradas las más baratas,
y más aún si tenemos en cuenta el coste oculto de utilizar la atmósfera
como vertedero, una factura enormemente abultada que no es pagada por
las compañías eléctricas, sino por todos los ciudadanos.
La constatación clara del análisis económico está ya llevando a ciudades pequeñas a abastecerse 100% de fuentes renovables, a otras no tan pequeñas a instalar renovables para abastecer algunas de sus necesidades, a compañías como Apple, Amazon, Microsoft, Google, IKEA o la propia Tesla a abastecerse cada vez más de este tipo de energía e integrarse verticalmente en su generación, y a regiones como Escocia o países como Dinamarca a convertirla en su fuente mayoritaria. Costa Rica ha llegado incluso al punto de lograr abastecerse durante 75 días únicamente a partir de energías limpias.
Indudablemente,
un cambio de época, que amenaza con llevarse por delante a todos
aquellos que pretendan oponerse a él. Una oposición que, en el estado
actual de la tecnología, pasa a convertirse en una enorme
irresponsabilidad, en algo con lo que ningún gobierno decente que de
verdad defienda los intereses de sus ciudadanos va a poder plantearse
colaborar. En toda esta enorme transición, las baterías de Tesla son
solo un elemento más.