16 nov 2021

La mejor energía es la que no se produce

“Reducir la necesidad de aumentar las capacidades de generación de electricidad constituye el núcleo del principio de ´primero, la eficiencia energética´". "La hipótesis de base es que la mejor energía es la que no se produce porque no hay necesidad de utilizarla. También significa que debe ser preferible la reducción de la demanda frente a la producción de energía a partir de fuentes climáticamente neutras, porque contribuye a controlar el nivel de las inversiones necesarias para la transición hacia las energías renovables y promueve un enfoque más sostenible para el uso de los recursos”.

Quien así se expresa no es un gobierno ultraecologista sino la Comisión Europea en la Recomendación (UE) 2021/1749, sobre el principio de “primero la eficiencia energética”: de los principios a la práctica, publicada el pasado 4 de octubre.

La definición de eficiencia energética como el mejor kilovatio es el que no se consume se ha sustituido por el mejor kilovatio es el que no se produce. Se establece un cambio en las prioridades del sistema energético: antes es la demanda y el consumidor que la oferta. La Recomendación de Bruselas desarrolla la definición del principio de “primero, la eficiencia energética” del artículo 2 del Reglamento (UE) 2018/1999, sobre la gobernanza de la Unión de la Energía y la Acción por el Clima que desarrolla los criterios para elaborar los Planes Nacionales Integrados de Energía y Clima (PNIEC), por el cual en las decisiones de planificación e inversión energética se deben tener en cuenta medidas alternativas de eficiencia energética, eficientes en costes. Ahora se añade la palabra “antes”, es decir, las medidas alternativas de eficiencia energética han de contemplarse antes de adoptar decisiones de planificación e inversión en infraestructuras energéticas.


Aplicación del principio de “primero, la eficiencia energética” en la toma de decisiones

La prioridad de la eficiencia energética se aplica en todo el sistema energético y se extiende a todas las administraciones, central, regional y local, así como al sector privado. Implica dar prioridad a las soluciones desde el lado de la demanda, siempre que sean más rentables que las inversiones en infraestructuras energéticas, para reflejar la eficiencia del ciclo de vida de los diferentes vectores energéticos, incluidos la transformación, transmisión, transporte, almacenamiento y la cuota de renovables, en el suministro de electricidad.