30 nov 2020

La euforia del hidrógeno

El
Gobierno ha anunciado que destinará más de 1.500 millones de euros de los fondos europeos para hacer despegar el hidrógeno renovable y las grandes energéticas han disparado sus inversiones hacia esta tecnología. Iberdrola planea invertir 1.800 millones hasta 2027; Repsol, entre 2.200 y 2.900 hasta un año antes; Enagás habla de 1.500 millones hasta 2023; Endesa dice que tiene 22 proyectos en desarrollo, y Naturgy, que se ha unido a la alianza europea del hidrógeno, analiza varios proyectos. ¿Por qué tanta euforia en este momento?

“Desde el punto de vista de la tecnología y el producto no ha ocurrido nada que motive ese interés”, responde el presidente de la Asociación Española del Hidrógeno (AeH2), Javier Brey. A su juicio, el cambio se debe a que en el último año muchos países se han marcado como objetivo la “plena” descarbonización “y eso pasa por el hidrógeno verde”, explica. Mientras, el experto en energía Javier García Breva apunta al interés de las energéticas por aprovechar los fondos europeos para invertir en nuevos activos.

El hidrógeno no es una fuente de energía como el sol, el petróleo o el gas natural, sino que se trata de un vector energético que es necesario producir. El agua, al entrar en contacto con la electricidad, se divide en oxígeno e hidrógeno. Si esa electricidad procede de renovables, el hidrógeno producido será limpio; si lo hace a partir de fósiles, será gris.

Su principal atractivo radica en ser una de las pocas soluciones que existen para descarbonizar aquellos usos que todavía no pueden electrificarse, como la gran industria o el transporte pesado. Y, desde el punto de vista del almacenamiento, sirve como respaldo estacional para un futuro sistema eléctrico 100% renovable.

El problema es que todavía no es competitivo. “Las tecnologías y equipamientos que son necesarios tanto para producir el hidrógeno como para transportarlo hasta los consumidores finales, almacenarlo y usarlo en sus procesos industriales o en sus pilas de combustible aún tienen que madurar, alcanzar las necesarias economías de escala y reducir sustancialmente sus costes”, explica el socio responsable de Energía y Recursos Naturales del Monitor Deloitte, Alberto Amores. Además, en el caso del almacenamiento, el coste se dispara en pocos días.