5 dic 2020

La industria del hidrógeno va a necesitar más electricidad que ningún otro sector industrial del mundo


Lo dice la consultora IHS Markit, que acaba de presentar un informe según el cual ahora mismo hay (anunciados, planificados y en construcción) proyectos de fabricación de hidrógeno verde que suman 23.000 megavatios (a principios del año pasado esos proyectos no sumaban más de 5.000). Pues bien, la consultora estima que a finales de los años 30, la demanda de electricidad de todas esas fábricas podría ser equivalente a la de un país como Bélgica, y que, a principios de los 40, este sector será el mayor consumidor de electricidad del mundo.

Según las proyecciones de IHS Markit, la demanda de electricidad de las fábricas de hidrógeno se va a convertir en un nuevo nicho de negocio, pues, si se materializan las previsiones (los 23.000 megavatios), a mediados de década (de la década de los 20), la electricidad suministrada a los electrolizadores podría ser equivalente a la demanda total de electricidad de un país como Bélgica o un estado como Nueva Jersey.

Pero las simulaciones de la consultora van más allá aún: a principios de los años 40 -vaticina IHS Markit- la producción de hidrógeno verde podría ser el uso singular más importante de electricidad, por encima incluso del sector industrial. En ese sentido, la consultora concluye que el despliegue de nueva potencia de generación baja en carbono -particularmente en
regiones con elevado recurso renovable- se va a acelerar".

Frederick Ritter, Senior Research Analyst, Global Gas, IHS Markit: "la producción de hidrógeno tiene el potencial de convertirse en sí misma en un nuevo sector demandante de electricidad. El desarrollo a gran escala de nueva potencia de generación será necesario para atender esa demanda, sobre todo en regiones con recursos renovables de alta calidad"

4 dic 2020

La descarbonización temprana del sistema energético europeo podría ahorrar 363.000 millones de euros a la UE para 2050

McKinsey & Company ha publicado un informe que intenta responder a la pregunta de qué se necesitaría para que la Unión Europea alcance su objetivo de cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para 2050; un objetivo que ahora comparte una lista cada vez mayor de naciones de todos los rincones del mundo.


Después de un esfuerzo de investigación integral que analiza los usos óptimos de más de 600 palancas de reducción de emisiones en 75 subsectores y 10 regiones y evalúa su impacto en el empleo y otros factores socioeconómicos, el informe esencialmente encuentra que cuanto más ambiciosos son los objetivos netos cero, menor será el costo para llegar a ellos.
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Es decir, Europa puede alcanzar emisiones netas cero para 2050 a un costo neto cero, al mismo tiempo que crea 5 millones de nuevos puestos de trabajo y hace que la UE sea más o menos independiente desde el punto de vista energético, pero solo con objetivos firmes para la adopción de tecnologías y combustibles de emisión cero, y solo si esos objetivos se establecen a nivel de la UE y todos los estados miembros trabajan para lograrlos en colaboración.

“Los objetivos de descarbonización de la Unión Europea son ambiciosos, pero, como muestra nuestro análisis, deberían ser alcanzables y asequibles”, dice el informe, titulado Net-Zero Europe: vías de descarbonización e implicaciones socioeconómicas. «El éxito dependerá de que todos tomen medidas decisivas y reconozcan que el tiempo es esencial».

Barcelona pagará placas solares en las azoteas

Las azoteas están llamadas a ser los escenarios de un importante cambio en Barcelona. Muchas, de todo tipo de edificios, podrían acoger placas fotovoltaicas para generar electricidad y, así, promover el ­autoabastecimiento. Es un ambicioso objetivo, compartido por muchas ciudades, que la capital cata­lana quiere impulsar sin coste para los propietarios. Para ello creará un fondo, que también servirá para promover la rehabilitación energética –principalmente el aislamiento térmico– de los inmuebles y que ­comenzará a andar a principios del 2021 con 50 millones de euros aportados por el Ayuntamiento y la previsión de alcanzar al menos 166 millones con inversores privados.

El 100% de la inversión irá a cargo del fondo, de modo que los propietarios –por ejemplo, las comunidades de vecinos– no tengan que asumirla, algo que hoy es una importante barrera económica para el despegue de la fotovoltaica en edificios residenciales. La rentabilidad para los inversores vendrá de los ahorros que produzcan las instalaciones a lo largo de su vida útil, según el modelo ESCO.

La iniciativa, denominada Mecanismo para la Energía Sostenible de Barcelona (MES Barcelona) y que se prevé aprobar en el pleno de este mes, es fruto del acuerdo presupuestario del 2020 que suscribió el gobierno de BComú y PSC con ERC y JxCat. Este origen propició que ayer fuese presentada conjuntamente por ediles de las cuatro formaciones con una cordialidad que apunta a repetirse de cara a las cuentas del 2021.

La previsión de MES Barcelona es incrementar un 66% la generación de energía renovable en la ciudad, que ahora es de 140 GWh, equivalente al 1% de la electricidad consumida. En el primer trimestre del 2021 se lanzará una campaña informativa. Una secretaría técnica canalizará las peticiones y vehiculará las propuestas. En el caso de inversores en fotovoltaica, entre otros criterios se garantizará que diversifiquen la instalación en diferentes tipos de edificios, fomenten el autoconsumo, las comunidades energéticas y la instalación de puntos de carga para vehículos eléctricos.

3 dic 2020

Si la energía solar quiere triunfar, va por buen camino: es ya un 89% más barata que hace diez años


A bote pronto, el presente sigue siendo gris. Metafórica y literalmente. Los combustibles fósiles siguen siendo la fuente de energía más utilizada en la mayor parte del mundo. En 2019, el carbón fue, con mucho, la fuente más importante, al suministrar el
37% de la electricidad global; el gas se colocó como la segunda, suministrando el 24%; y la nuclear quedó en tercera posición, rondando el 11% (su posición es intermedia, dado que no es un combustible fósil pero tampoco es renovable).

Los datos de último informe de Lazard sobre el consumo energético mundial ofrecen algunas pistas sobre la dirección que ha emprendido el globo. El coste de la nuclear aumentó un 22% a lo largo de la pasada década; los del carbón se mantuvieron prácticamente igual; y sólo el gas natural redujo sustancialmente su precio, hasta un 37%. Lo ilustra este gráfico elaborado por Max Roser en Our World in Data.

Pero lo que ilustran los cambios en los precios de la electricidad es que tenemos una opción clara frente a nosotros con la que podemos hacer avances importantes. Las tecnologías bajas en carbono que eran tan caras hace solo unas décadas han bajado constantemente de precio y ahora proporcionan la electricidad más barata del planeta (lo que implica que ahora son la fuente de energía más barata que jamás haya existido y a la que la humanidad haya tenido acceso).

Reducir el coste de las energías renovables es clave para un futuro verde y con bajas emisiones de carbono, pero también tiene un gran beneficio para las personas del planeta. Básicamente porque su ingreso real es la relación entre lo que ingresan y el precio de los bienes y servicios por los que pagan. Y una caída de los precios de la energía significa que la renta disponible de las personas estaría aumentando.

1 dic 2020

Las bondades de las renovables han puesto a todos de acuerdo: los que atacaban antes hoy hacen grandes inversiones

El presidente de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA), Santiago Gómez, ha dicho este martes que «ya no hay que convencer a nadie de las bondades de las renovables», pues los que hace escasos años las «atacaban» hoy hacen grandes inversiones e, incluso, «publicidad» con ellas.

Gómez, en la inauguración del IV Congreso Nacional de Energías Renovables, organizado por APPA, ha señalado que las renovables tuvieron que defender a estas energías de «ataques muy duros» de algunas compañías que hoy se han convertido a estas tecnologías que antes llamaban «alternativas».

«Ya nadie discute la bonanza de estas energías», ha dicho Santiago Gómez, que ha recordado que, cuando el año pasado se anunció el Pacto Verde Europeo había voces que relacionaban el impulso a las renovables con la bonanza medioambiental, «ignorando lo que suponen para la competitividad y el empleo», y, sin embargo, ahora se ven como un factor para el crecimiento y la recuperación.

Ha recordado que el Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC) recoge que las renovables aportarán el 74 % de la electricidad en 2030 en España, por lo que «tenemos menos de diez años» para cambiar el modelo energético de forma nunca antes vista.

Santiago Gómez ha querido reseñar el esfuerzo regulador que ha hecho el Gobierno, un «trabajo extraordinario» para dotar de seguridad jurídica a los proyectos en funcionamiento y poner los cimientos para lo que está por venir.

En su opinión, el Ejecutivo «ha estado a la altura» del reto y ha agregado que los fondos de recuperación son una oportunidad para reformar el tejido empresarial español.

Por otro lado, ha subrayado que España haya vuelto a entrar en el grupo de diez primeros países más atractivos para invertir en renovables del índice RECAI, que ayer dio a conocer la consultora EY.

Ha recordado que España perdió ese lugar y ha pasado muchos años en que no estaba ni entre los 25 primeros países del mundo, y «hoy hemos vuelto a dónde nunca habíamos debido dejar de estar».

¿Y si dejamos de subvencionar los coches de los ricos?

Sucede a menudo, en ámbitos de toda índole, que una cierta línea argumental cala en el público generalista, pasando a ser considerada casi como una «verdad revelada». Es complejo, una vez alcanzado este punto, tratar de argumentar contra el mainstream tan deseoso de echarse en los brazos de una polarización beligerante que convierte todo en un «ellos contra nosotros».

Estas posturas, si bien pueden tener algún tipo de explicación sociológica, lo cierto es que son absolutamente contraproducentes para conseguir aunar esfuerzos con las miras puestas en solucionar problemas reales. Es desolador el tiempo perdido en estériles discusiones, inútiles afrentas partidistas y duelos ideológicos. Ellos contra nosotros. Muchas veces los árboles no nos dejan ver el bosque y malgastamos preciados recursos, despilfarramos dinero en lugar de invertirlo e implantamos políticas fundamentadas en una suerte de «buenismo» universal en el que nadie se cuestiona nada.

Esto sucede, por ejemplo, con el vehículo eléctrico (EV). Nadie hoy pone en duda que los EV son una pieza más en la lucha contra el calentamiento global. En nuestro firme propósito por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, toda tecnología que apunte en esa dirección ha de ser bienvenida. Todo lo que sume debe ser utilizado. Obrar en sentido diferente, por tanto, únicamente puede ser entendido como fruto de una posición ideológica que debería relegarse a un plano menor.

Los EV tienen menos emisiones que los vehículos tradicionales de gasolina o diésel. Es un hecho indiscutible. Sin embargo, vamos a demostrar aquí que subvencionar vehículos eléctricos es una manera muy ineficiente de ayudar al clima, además de tratarse de una práctica profundamente injusta donde las rentas más bajas están financiando a las rentas más altas. Una suerte de redistribución de riqueza inversa (una de tantas) que despilfarra el dinero público que tanta falta nos hace.

30 nov 2020

La euforia del hidrógeno

El
Gobierno ha anunciado que destinará más de 1.500 millones de euros de los fondos europeos para hacer despegar el hidrógeno renovable y las grandes energéticas han disparado sus inversiones hacia esta tecnología. Iberdrola planea invertir 1.800 millones hasta 2027; Repsol, entre 2.200 y 2.900 hasta un año antes; Enagás habla de 1.500 millones hasta 2023; Endesa dice que tiene 22 proyectos en desarrollo, y Naturgy, que se ha unido a la alianza europea del hidrógeno, analiza varios proyectos. ¿Por qué tanta euforia en este momento?

“Desde el punto de vista de la tecnología y el producto no ha ocurrido nada que motive ese interés”, responde el presidente de la Asociación Española del Hidrógeno (AeH2), Javier Brey. A su juicio, el cambio se debe a que en el último año muchos países se han marcado como objetivo la “plena” descarbonización “y eso pasa por el hidrógeno verde”, explica. Mientras, el experto en energía Javier García Breva apunta al interés de las energéticas por aprovechar los fondos europeos para invertir en nuevos activos.

El hidrógeno no es una fuente de energía como el sol, el petróleo o el gas natural, sino que se trata de un vector energético que es necesario producir. El agua, al entrar en contacto con la electricidad, se divide en oxígeno e hidrógeno. Si esa electricidad procede de renovables, el hidrógeno producido será limpio; si lo hace a partir de fósiles, será gris.

Su principal atractivo radica en ser una de las pocas soluciones que existen para descarbonizar aquellos usos que todavía no pueden electrificarse, como la gran industria o el transporte pesado. Y, desde el punto de vista del almacenamiento, sirve como respaldo estacional para un futuro sistema eléctrico 100% renovable.

El problema es que todavía no es competitivo. “Las tecnologías y equipamientos que son necesarios tanto para producir el hidrógeno como para transportarlo hasta los consumidores finales, almacenarlo y usarlo en sus procesos industriales o en sus pilas de combustible aún tienen que madurar, alcanzar las necesarias economías de escala y reducir sustancialmente sus costes”, explica el socio responsable de Energía y Recursos Naturales del Monitor Deloitte, Alberto Amores. Además, en el caso del almacenamiento, el coste se dispara en pocos días.