La economía colaborativa llega a las renovables. Miles de familias alemanas producen energía y la comparten a través de un sistema digitalizado.
Un programa de la televisión llamó la atención de Karsten Kaddat, un joven electricista del norte de Alemania el año pasado. Explicaba que cualquiera podía conseguir energía verde gratis para consumir en su casa. Intrigado Kaddat corrió a Google y acabó sumándose a la comunidad en la que miles de alemanes comparten la energía que producen en sus casas con paneles solares. Cuando a uno se le acaba la electricidad que ha almacenado en sus baterías, tira de la bolsa común donde el resto cede la que le sobra. Desde enero de este año, la factura de la electricidad de la familia Kaddat ascienda a cero euros. “Cuando les cuento a mis compañeros de trabajo que no pagamos nada por la electricidad, se quedan con la boca abierta”, se ríe Kaddat café en mano, en el porche de su chalet, cerca de la frontera con Polonia.
La comunidad energética de Kaddat es la prueba de que la economía colaborativa ha alcanzado a la electricidad, pero también de que la digitalización y la descentralización de la energía son fenómenos imparables, al menos en Alemania. Convertir a los consumidores en productores y proveedores de energía y conectarlos para que compartan la energía es algo así como el uber del sector eléctrico, piensan en Sonnen, la empresa que ha dado a luz el invento que empieza a replicarse en países como Australia e Italia.