Determinados procesos están ya en marcha, como la descarbonización de nuestras economías o el abaratamiento constante y masivo de las renovables. Ya hemos dado pasos imposibles de desandar.
No nos equivoquemos, esto no son buenas intenciones, esto no es una moda: esta es la senda del futuro y no hay paso atrás. El cambio ha empezado y desventurado será quien no lo sepa o no lo quiera ver.
Esta transición cambiará la geopolítica del mundo, creando una nueva estructura de dependencias económicas y estratégicas, redefiniendo incluso las potencias dominantes. La Revolución industrial y el uso del carbón convirtieron el Reino Unido en la potencia dominante del siglo XIX, el petróleo y su importancia en los conflictos bélicos mundiales hicieron de los EEUU la gran potencia del siglo XX. En el siglo XXI, quien consiga liderar la transición energética, fabricar su tecnología y controlar sus recursos tendrá todas las papeletas para ser la potencia dominante.
La geopolítica será uno de los terrenos de cambio, pero no será el único. La transición energética va a hacer cambiar los empleos, generando nuevos trabajos y haciendo desaparecer otros, también obligará a cambiar la economía y la fiscalidad de los países, con evidentes efectos en los impuestos que pagamos y en el propio desarrollo de nuestra economía. Como españoles, no tenemos más que mirar el sector de la automoción (el 10% de nuestro PIB) o los ingresos derivados de la venta de gasóleo y gasolina (más del 4% de la recaudación del Estado) para entender hasta qué punto este cambio energético va a impactar en la economía.
Y los cambios llegarán hasta nosotros, hasta la moral social y nuestra propia ética personal. Conforme pasen los años, nuestros propios valores cambiarán, la sostenibilidad se integrará en la base ética de nuestros comportamientos. Cada civilización ha tenido unos valores coherentes con sus propias necesidades, cada cambio tecnológico ha provocado cambios sociales y culturales. ¿O no están acaso nuestras estructuras sociales condicionadas por procesos como la Revolución industrial o la electrificación? La transición energética dará lugar a importantes cambios que afectarán a lo más íntimo del ser humano.