La Unión Europea está a punto de vivir una transformación energética sin precedentes. Impulsada por ambiciosos planes nacionales y una necesidad urgente de reducir su dependencia del gas fósil, Europa se encamina hacia un auténtico ‘boom’ solar. Así lo revela el último informe de la organización Ember, que analiza los Planes Nacionales de Energía y Clima (PNIEC) actualizados de los Estados miembro.
El estudio destaca que los países de la UE tienen previsto añadir un promedio de 55 GW de capacidad solar fotovoltaica cada año hasta 2030, lo que permitiría duplicar prácticamente la infraestructura solar actual, pasando de 338 GW en 2024 a 670 GW en 2030. Esta cifra marca un ritmo de crecimiento sin precedentes, que ya empezó a materializarse en 2024, año en el que se han instalado 65 GW de capacidad solar, superando por primera vez los objetivos anuales previstos.
Los PNIEC reflejan una clara intención de sustituir el gas fósil por energía limpia. Según el análisis de Ember, si los planes se cumplen, las energías renovables cubrirán el 66% de la generación eléctrica de la UE en 2030, frente al 47% registrado en 2024. Dentro de este crecimiento, la energía solar juega un papel protagonista, junto con la eólica.
El auge renovable va acompañado de un cambio sistémico en el modelo energético. El informe muestra que la electrificación de la economía europea alcanzará el 30% en 2030, frente al 23% registrado en 2023. Este dato, que mide el peso de la electricidad en el consumo final de energía, es un claro indicador de la transición hacia tecnologías eléctricas como vehículos eléctricos y bombas de calor.
El informe destaca que Europa está entrando en una nueva fase de su transición energética. Hasta ahora, el foco estuvo en aumentar la capacidad renovable. Ahora, el desafío es garantizar que el sistema energético en su conjunto —desde redes hasta almacenamiento y flexibilidad de la demanda— esté diseñado para funcionar con una base de electricidad limpia.
“El sistema europeo necesita pasar de una lógica de sustitución de combustibles a un rediseño integral”, afirma Ember. Para lograrlo, recomienda a los Estados miembro reforzar la planificación de redes eléctricas, invertir en almacenamiento y asegurar una flexibilidad del sistema capaz de responder a variaciones en la generación renovable.