Un artículo en The Economist, “The death of the internal combustion engine“, anuncia la muerte del motor de combustión interna, pero augura un camino repleto de problemas debido a la tozudez de unas compañías que, en lugar de emprender una transición hacia una tecnología claramente más ventajosa, prefieren permanecer ancladas en lo que consideran la seguridad de su tecnología y su ingeniería tradicional.
Incluso ahora, cuando se revela claramente que salones como el mítico NAIAS de Detroit han alcanzado el final de su ciclo y están siendo abandonados por cada vez más fabricantes a medida que se va demostrando que la estrategia de la Tesla de Elon Musk era correcta y más fabricantes van comenzando a producir vehículos eléctricos, cuando la industria china comienza a demostrar su cada vez más clara supremacía frente a la norteamericana y la alemana, y cuando el motor de combustión interna evidencia claramente el final de su vida, los planes de la mayoría de las grandes compañías de automoción siguen anticipando una transición en la que las mansas administraciones nacionales siguen permitiendo un ciclo de retirada de varias décadas, y un inicio de las prohibiciones estimado en muchos casos en 2040 ó 2050. Una agenda completamente incompatible con el futuro del planeta y de la civilización humana en su conjunto. (Ver más >)