España está viviendo un importante crecimiento en soluciones de autoconsumo con almacenamiento energético, impulsando la transición hacia un modelo más eficiente y resiliente. Hace solo un par de años, la mayoría de las instalaciones de autoconsumo se realizaban sin baterías, pero hoy en día la tendencia ha cambiado: la mayor parte de los proyectos industriales ya se dimensionan directamente junto con sistemas de almacenamiento. Además, muchas de las instalaciones en operación se están hibridando con baterías, lo que demuestra un cambio estructural en la forma en que las empresas conciben su estrategia energética.
La combinación de energía fotovoltaica y sistemas de almacenamiento en el sector comercial e industrial (C&I) se presenta como una de las opciones más interesantes para que las empresas no solo reduzcan costes, sino que también aumenten su competitividad y fortalezcan su resiliencia frente a un mercado eléctrico cada vez más volátil.
Hoy en día, los precios de la electricidad son más impredecibles que nunca. Y, en este escenario, el almacenamiento se convierte en un importante aliado. Gracias al arbitraje energético, una batería puede cargarse cuando la electricidad es más barata y utilizar esa energía en las horas de mayor coste. ¿Consecuencia? Ahorro en la factura y más control
sobre los gastos. Otro beneficio es el “peak shaving”...
