11 oct 2025

España ante el auge de las energías renovables: el futuro ya está aquí (Renewables 2025 IEA)

España se consolida como una de las grandes potencias renovables de Europa. Según el nuevo informe Renewables 2025 de la Agencia Internacional de la Energía (IEA), el país está llamado a desempeñar un papel clave en la transición energética europea durante esta década. Con una combinación de sol, viento y una política climática cada vez más ambiciosa, España se encuentra entre los líderes mundiales en el despliegue de energías limpias.


🚀 Crecimiento acelerado: un 2025 de récord

El informe señala que España será uno de los países de la Unión Europea con mayor incremento de capacidad renovable entre 2024 y 2025, solo por detrás de Alemania. La expansión se concentra sobre todo en la energía solar fotovoltaica, que ya representa más de la mitad de la nueva potencia instalada en el país.

La IEA destaca el éxito del modelo español de autoconsumo y comunidades energéticas, que ha permitido un crecimiento rápido y descentralizado de la generación solar. En 2025, se espera que más de 2 millones de hogares españoles produzcan parte de su propia electricidad.

La energía eólica también mantiene un papel importante: España sigue siendo el segundo país europeo en potencia instalada eólica, con una expansión sostenida en tierra y los primeros proyectos de eólica marina flotante en fase de desarrollo.


⚡ Desafíos: redes, almacenamiento e inversión

A pesar de su liderazgo, la IEA advierte de varios cuellos de botella que podrían frenar el ritmo de crecimiento.
El primero es la capacidad limitada de la red eléctrica para integrar nuevas plantas renovables. Muchas regiones con gran potencial solar o eólico —como Castilla-La Mancha, Aragón o Andalucía— ya experimentan saturación de red, lo que retrasa la conexión de nuevos proyectos.

El segundo gran reto es el almacenamiento energético. España necesita más baterías, bombeo hidráulico y soluciones de gestión flexible para asegurar el equilibrio entre producción y demanda, especialmente en los picos de generación solar.

Por último, el informe menciona la incertidumbre regulatoria y financiera. Aunque el marco español es favorable, los retrasos en permisos o los cambios en la retribución pueden disuadir la inversión extranjera.


🌍 España en el contexto global

A escala mundial, la IEA prevé que las renovables se dupliquen antes de 2030, impulsadas por la energía solar fotovoltaica, que representará el 80 % del crecimiento total.
España contribuye significativamente a esa tendencia: el país se sitúa en el top 10 global por potencia fotovoltaica acumulada y producción eólica.

Además, el sistema energético español está cada vez más interconectado con Europa y el norte de África, lo que abre la puerta a un papel estratégico como exportador de energía verde. Proyectos como el “corredor del hidrógeno H2Med”, que unirá España, Francia y Alemania, refuerzan esa visión de España como hub energético renovable europeo.


🌱 Un horizonte prometedor, pero no garantizado

El informe concluye que España tiene todos los ingredientes para liderar la transición energética europea: recursos naturales, tecnología, empresas competitivas y una sociedad cada vez más consciente del cambio climático.
Sin embargo, advierte que el éxito dependerá de la velocidad con que se refuercen las redes, se desarrollen los sistemas de almacenamiento y se mantenga la estabilidad regulatoria.

En otras palabras: el potencial está ahí, pero convertirlo en realidad requerirá decisiones políticas sostenidas y una visión a largo plazo.


🟩 En resumen

  • España es líder europeo en energía solar y eólica.

  • El autoconsumo y las comunidades energéticas impulsan el crecimiento.

  • Los desafíos principales son la red eléctrica, el almacenamiento y la estabilidad normativa.

  • La IEA sitúa a España como actor clave para cumplir el objetivo global de triplicar las renovables antes de 2030.

10 oct 2025

Apagones en España: no solo un fallo técnico, también una disputa política

El gran apagón del 28 de abril de 2025 no fue un accidente aislado. Aunque tuvo causas técnicas reales —oscilaciones de tensión, falta de inercia en la red y debilidades estructurales—, el debate posterior ha revelado algo más profundo: una pugna política y económica por el rumbo del sistema eléctrico español.

Lo técnico: vulnerabilidades que se hicieron visibles
Red Eléctrica de España (REE) ha detectado recientemente variaciones bruscas de tensión que podrían afectar la estabilidad del suministro si no se corrigen. Por ello ha pedido a la CNMC cambios urgentes en varios procedimientos de operación —programación, restricciones técnicas, regulación secundaria y control de tensión— para reforzar la red de forma inmediata.

También se plantea que las centrales renovables moderen o retrasen su inyección de energía, evitando picos de producción que puedan desestabilizar el sistema. Son medidas técnicas, pero con implicaciones políticas evidentes: afectan directamente a cómo se integra la generación renovable en la red.

Lo político: el relato y las responsabilidades
El apagón ha sido usado como arma política.
La oposición acusa al Gobierno de promover una “política energética ideologizada” que ha desmantelado la generación convencional sin garantizar estabilidad.
El Ejecutivo, en cambio, sostiene que se trató de un incidente técnico puntual, no de un fallo estructural, y defiende que la transición renovable es el camino correcto.
Mientras tanto, las empresas eléctricas presionan para obtener mayor flexibilidad regulatoria y compensaciones económicas por participar en el control de estabilidad.

Lo que hay detrás: lucha por el modelo energético
En el fondo, lo que está en juego no es un apagón, sino qué tipo de sistema energético tendrá España.
Un modelo altamente renovable y descentralizado, basado en almacenamiento y autoconsumo, requiere inversión pública y coordinación técnica; uno más híbrido, que mantenga parte de la generación convencional, prioriza la seguridad y los costes.
Ambos son válidos, pero los intereses políticos y económicos detrás son enormes: quién regula, quién invierte, y quién asume los riesgos.
Por eso cada incidente técnico se convierte en un episodio más de una batalla por el control del futuro energético.

En resumen
España enfrenta una doble tensión: eléctrica y política.
La estabilidad del sistema depende tanto de soluciones técnicas como de acuerdos institucionales que trasciendan la lucha partidista.
Los apagones, más que un fallo puntual, son el síntoma de un desacuerdo más profundo sobre cómo equilibrar tres fuerzas: seguridad, sostenibilidad y poder.

Autoconsumo y almacenamiento, la clave del futuro de la industria

España está viviendo un importante crecimiento en soluciones de autoconsumo con almacenamiento energético, impulsando la transición hacia un modelo más eficiente y resiliente. Hace solo un par de años, la mayoría de las instalaciones de autoconsumo se realizaban sin baterías, pero hoy en día la tendencia ha cambiado: la mayor parte de los proyectos industriales ya se dimensionan directamente junto con sistemas de almacenamiento. Además, muchas de las instalaciones en operación se están hibridando con baterías, lo que demuestra un cambio estructural en la forma en que las empresas conciben su estrategia energética.

La combinación de energía fotovoltaica y sistemas de almacenamiento en el sector comercial e industrial (C&I) se presenta como una de las opciones más interesantes para que las empresas no solo reduzcan costes, sino que también aumenten su competitividad y fortalezcan su resiliencia frente a un mercado eléctrico cada vez más volátil.

Hoy en día, los precios de la electricidad son más impredecibles que nunca. Y, en este escenario, el almacenamiento se convierte en un importante aliado. Gracias al arbitraje energético, una batería puede cargarse cuando la electricidad es más barata y utilizar esa energía en las horas de mayor coste. ¿Consecuencia? Ahorro en la factura y más control

¿Estamos mejor preparados para evitar otro gran apagón?

Tras el apagón del 28 de abril de 2025, que dejó a millones de personas sin luz durante horas, Red Eléctrica de España (REE) ha vuelto a emitir alertas por variaciones bruscas de tensión. Aunque no existe riesgo inmediato de un apagón masivo, la preocupación es real: ¿hemos aprendido algo desde entonces?

Lo que sí ha cambiado
Desde el apagón, la CNMC ha actualizado varios procedimientos de operación, incluido el que regula el control de tensión, una de las fallas clave del incidente. También se han impuesto medidas temporales para que las centrales renovables retrasen su inyección de energía y así evitar picos que desestabilicen la red.

Además, REE ha reforzado la reserva térmica: centrales de gas y carbón en modo de espera que pueden activarse si se detectan desequilibrios graves. Paralelamente, se ensayan sistemas de vigilancia basados en inteligencia artificial y sensores para anticipar anomalías en la red.

Lo que no ha cambiado
El decreto “antiapagones” del Gobierno fue rechazado en el Congreso, frenando reformas estructurales. España sigue con poca interconexión eléctrica con Europa, limitado almacenamiento energético y una alta dependencia de renovables que no participan plenamente en el control de tensión.

Tampoco se han esclarecido del todo las causas del apagón de abril: los investigadores europeos denuncian falta de datos de varias empresas, lo que dificulta corregir vulnerabilidades específicas.

En resumen
España está mejor vigilada, pero no completamente protegida. Las medidas adoptadas mejoran la respuesta ante fallos, pero el sistema sigue siendo frágil frente a perturbaciones mayores.
La estabilidad eléctrica dependerá no solo de la tecnología, sino de la capacidad política y regulatoria de reforzar una red que aún no ha alcanzado la robustez que la transición energética exige.

8 oct 2025

Solar y almacenamiento: el nuevo eje del sistema energético español

El Energy Transition Outlook 2025 de DNV lo deja claro: la energía solar y el almacenamiento son el corazón de la transición eléctrica global. La fotovoltaica se consolida como la fuente más competitiva del planeta, y el almacenamiento —especialmente las baterías— emerge como la pieza clave para superar los límites de red y garantizar flexibilidad al sistema.

A escala mundial, DNV proyecta que la capacidad solar superará los 3.000 GW en 2025 y que esta fuente representará el 40 % de la generación eléctrica en 2045. Además, prevé que un 30 % de la solar esté instalada “detrás del medidor” (BTM), es decir, en tejados residenciales o industriales, y que el 13 % de toda la electricidad global provenga de sistemas solares con almacenamiento local hacia 2060.

El papel del almacenamiento
Las baterías dejan de ser un complemento y se convierten en una infraestructura esencial. DNV estima que la inversión mundial en tecnologías de almacenamiento ha crecido siete veces en la última década y que los proyectos híbridos solar + storage recibirán en 2030 tanto capital como los proyectos solares tradicionales.

El almacenamiento cumple tres funciones críticas:

Equilibrar la red, evitando vertidos de energía renovable en horas de exceso.

Aprovechar el arbitraje de precios, almacenando energía barata y liberándola en picos de demanda.

Aumentar la independencia energética, reduciendo la dependencia del gas o del carbón en momentos de tensión geopolítica.
🇪🇸 España: oportunidad y desafío

España es uno de los países mejor posicionados para liderar esta transformación. Su recurso solar es excepcional, su mercado eléctrico es maduro y el despliegue fotovoltaico sigue batiendo récords. Sin embargo, el almacenamiento aún avanza con lentitud.

Según DNV, el arbitraje energético (cargar baterías cuando los precios son bajos y vender energía en horas caras) es la principal oportunidad de negocio para el almacenamiento en la península ibérica. Pero los diferenciales de precio actuales son demasiado estrechos para garantizar rentabilidad a gran escala.

En palabras de DNV, “España necesita crear una ‘pila de ingresos’ que remunere la flexibilidad del almacenamiento, no solo la energía entregada”. Eso implica reformar los mercados de capacidad, servicios de ajuste y balance, y fomentar la participación del almacenamiento como activo regulado o híbrido.

Una carrera que no puede esperar
El informe advierte que la falta de capacidad de red ya frena el desarrollo renovable: en Europa, la generación solar podría ser un 16 % mayor en 2035 si no existiera el actual “gridlock”. En este contexto, las baterías son mucho más que un negocio: son una necesidad sistémica para que la electrificación siga avanzando sin colapsos ni sobrecostes.

Conclusión
España tiene sol, industria y talento para ser líder europeo en fotovoltaica y almacenamiento. Pero necesita acelerar su regulación, atraer capital y coordinar infraestructuras.
En la visión de DNV, el futuro eléctrico no será solo renovable, sino también almacenado.
Y el reloj de esa transformación ya ha empezado a correr.

La transición energética avanza, pero no lo bastante: DNV prevé un futuro aún dependiente del carbono


La edición 2025 del Energy Transition Outlook (ETO) de DNV ofrece un diagnóstico inequívoco: la transición energética global continúa su marcha, pero demasiado lentamente para evitar un calentamiento superior a los 2 °C.

Según el informe, la combinación energética mundial pasará del actual 80 % fósil y 20 % no fósil a un 50/50 en 2050, y a solo un 36 % fósil en 2060. Es un cambio estructural sin precedentes, pero todavía insuficiente para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París.
Renovables imparables, pero frenadas por las redes

La expansión de solar y eólica, junto con el despliegue de baterías más baratas, impulsa una electrificación sin precedentes. DNV prevé que estas tecnologías generen más del 50 % de la electricidad mundial hacia 2040.
Sin embargo, la falta de infraestructura limita su avance. En Europa, por ejemplo, el informe estima que el desarrollo de redes eléctricas rezagadas reduce el potencial solar en un 16 % y el eólico en un 8 %.
Nuevos protagonistas: IA, hidrógeno y nuclear

El estudio dedica atención al auge de los centros de datos y la inteligencia artificial, cuya demanda eléctrica crecerá con fuerza, aunque solo alcanzará el 3 % de la electricidad global en 2040.
El hidrógeno y sus derivados cubrirán cerca del 6 % de la demanda energética en 2060, mientras que la energía nuclear aumentará un 150 % respecto a los niveles actuales, impulsada por la búsqueda de seguridad energética.
Una transición desigual

La geopolítica marca el ritmo. Estados Unidos retrocede tras revertir políticas climáticas, retrasando su descarbonización unos cinco años. China, en cambio, lidera la expansión renovable y exporta masivamente tecnología limpia. Europa mantiene su compromiso, pero lucha por equilibrar competitividad e inversión verde.
Una llamada de atención

El pronóstico de DNV es contundente: las emisiones globales no se reducirán ni a la mitad para 2050 y el mundo solo alcanzará cero emisiones netas después de 2090, lo que implicará un calentamiento medio de 2,2 °C.

La conclusión del informe resume el dilema:


“La transición energética es imparable, pero demasiado lenta para evitar los peores impactos del cambio climático.”

Para el sector energético, el mensaje es claro: la acción debe acelerarse ahora —en redes, almacenamiento, captura de carbono y eficiencia— si se quiere transformar una tendencia inevitable en una oportunidad sostenible.

6 oct 2025

La demanda de electricidad podría crecer en España más de un 50% en los próximos cinco años

Entre un 33 y un 54%, para ser más precisos. Es la horquilla (la estimación) que adelanta la consultora EY en su informe
Demanda eléctrica e inversiones en la red 2025–2035. El estudio, que EY ha elaborado junto al Instituto de Investigaciones Tecnológicas (Universidad Comillas), estima que la demanda eléctrica podría aumentar entre un 33% y un 54% para 2030 y entre un 64% y un 105% de aquí a 2035.

Los autores del informe sostienen que la demanda eléctrica nacional podría aumentar entre un 33% y un 54% para 2030, situándose entre 305,8 y 360,8 teravatios hora, lo que estaría muy alineado con los objetivos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima. Para 2035, el crecimiento acumulado podría alcanzar entre un 64% y un 105%, con un rango de hasta 479,8 TWh. En paralelo, se prevé un aumento de la potencia instalada de hasta 312 GW, con un papel destacado del sector industrial y los nuevos polos de demanda energética.