Un equipo de científicos e ingenieros de la Universidad de Harvard ha
probado con éxito una batería recargable que podría utilizarse para
almacenar energía procedente de fuentes intermitentes, como la
fotovoltaica o la eólica, resultando coste-efectiva tanto para uso
residencial como comercial. Sus resultados han sido publicados este jueves en la revista Science.
El funcionamiento de la batería se basa en que
materiales baratos y abundantes (carbono, oxígeno, nitrógeno o hierro,
por ejemplo) disueltos en agua atrapan y liberan electrones. Esos
materiales son no tóxicos, no inflamables y disponibles de forma
general, haciendo esta batería más segura y barata que otros sistemas.
“Es
una química que podría tranquilamente en mi garaje”, dice Michael J.
Aziz, profesor de Materiales y Tecnologías Energéticas de la Escuela
Paulson de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de Harvard. “Su falta de
toxicidad y sus materiales baratos y abundantes disueltos en agua
significan que es segura. No puede incendiarse, y eso es muy importante
cuando lo que quieres es almacenar grandes cantidades de energía cerca de la gente.