El balance de las Conferencias del Clima, desde
2009 en Copenhague hasta 2014 en Lima, ha sido paradójico; mientras han
crecido a mayor velocidad las emisiones, se ha asentado el
convencimiento de que, con las políticas actuales, la temperatura del
planeta duplicará los 2ºC antes de lo previsto. Los riesgos del clima
crecen en la misma medida que la complacencia con que se sostiene la
economía de los combustibles fósiles.
Para que España entre en la senda de una
economía baja en CO2 deberá multiplicar un 150% la potencia renovable,
de 33 GW a 83 GW, cerrar centrales térmicas y establecer un objetivo del
30% de eficiencia energética a través de la edificación de consumo casi
nulo y la electrificación del transporte.
Controlar el calentamiento del planeta exige transformar la economía
de los hidrocarburos supeditando la energía a los objetivos climáticos.
Ese sería el objetivo final de una nueva gobernanza del cambio climático
que respondería a las siguientes claves:
1. Supeditar la política económica y energética a los objetivos de cambio climático.
2. Cumplir los compromisos internacionales y fijar objetivos más elevados de reducción de emisiones y de eficiencia energética.
3. La energía ha de ser competencia de medio ambiente y la ecocondicionalidad norma para todas las administraciones.
4. Establecer un regulador independiente para el medio ambiente que supervise tanto los objetivos climáticos como las normas para cumplirlos y su aplicación
2. Cumplir los compromisos internacionales y fijar objetivos más elevados de reducción de emisiones y de eficiencia energética.
3. La energía ha de ser competencia de medio ambiente y la ecocondicionalidad norma para todas las administraciones.
4. Establecer un regulador independiente para el medio ambiente que supervise tanto los objetivos climáticos como las normas para cumplirlos y su aplicación