Durante varias décadas se nos hizo creer que nuestro nivel
de bienestar aumentaría si nos trasladáramos a vivir a una vivienda con jardín,
dentro de una bien dotada urbanización, en contacto con la naturaleza, bien
comunicada por autopista con el centro de la ciudad. E, ingenuos, nos lo creímos.
La ciudad dispersa genera muchos y muy distintos
tipos de problemas, pero además es cara de construir y carísima de
mantener. … lo que lleva a considerar el modelo como totalmente
insostenible. Es cara de mantener para la sociedad en su conjunto, ya
que los ayuntamientos deben aportar y mantener unos determinados
servicios con elevado
coste por habitante. Es cara de mantener para sus usuarios, que deben
destinar
porcentajes elevados de sus recursos para desplazarse a adquirir bienes o
disfrutar servicios que en la ciudad compacta son mucho más baratos e
incluso alguno de ellos, gratuito.