La semana pasada Bloomberg New Energy Finance (BNEF) y el Business Council for Sustainable Energy publicaron la cuarta edición del informe sobre la situación energética en Estados Unidos, el cual señala que las emisiones estadounidenses de CO2 se redujeron de forma extraordinaria hasta niveles de mediados de los noventa
y, sobre todo que, en 2015, ocurrió un cambio fundamental y de largo
alcance en este sector. Un cambio que está marcado, en buena medida, no
sólo por la descarbonización en la generación de energía, sino por el
uso de fuentes renovables.
Un indicador clave sobre el que el informe llama la atención es el crecimiento de la productividad energética.
¿Qué es eso? Es el resultado de dividir el PIB entre la cantidad de
energía consumida. En Estados Unidos esta productividad “continuó
creciendo, registrando una mejora del 2,3% entre 2014 y 2015, después de haber crecido 1,1% el año anterior”. También se apunta que “desde 2007, los logros en eficiencia energética se han elevado de una manera importante hasta alcanzar una tasa anual promedio de 17%.