El transporte europeo depende en un 96% del
petróleo o sus derivados en lo que a sus necesidades energéticas se
refiere, lo que representa aproximadamente una tercera parte del consumo
total de energía.
El transporte urbano genera alrededor del 25%
del total de las emisiones de CO2 y aproximadamente el 70% de todas las
emisiones en las zonas urbanas responsables del cambio climático y es
el único sector de la UE cuyas emisiones de gases de efecto invernadero
continúan aumentando (lo han hecho un 30% desde 1990).
El 50% de los ciudadanos europeos utiliza a
diario el vehículo privado, mientras que solo el 16% utiliza el
transporte público y el 12% la bicicleta.
Cerca del 50% de los desplazamientos en las
zonas urbanas no superan los cinco kilómetros (5 km), y que, por ello,
en numerosas ciudades podrían realizarse a pie, en bicicleta, en
transporte público/colectivo o en cualquier otro medio de transporte,
como los recorridos compartidos.
Según la Agencia Europea de Medio Ambiente,
en 2011 al menos 125 millones de ciudadanos europeos estuvieron
expuestos a niveles de contaminación sonora superiores al límite de
seguridad de 55 decibelios (dB), siendo la causa más importante el
tráfico rodado.
Un porcentaje de ciudadanos europeos
–estimado entre un 15% y un 40%– está expuesto a concentraciones de
partículas finas (PM2.5 y PM10), al ozono troposférico y al dióxido de
nitrógeno, que exceden los niveles de calidad de la UE y considerando
que ese porcentaje aumenta al 90% si se tienen en cuenta las directrices
de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Tan solo en 2010 los costes en la salud
causados por la contaminación atmosférica en la Unión Europea se
estimaron entre 330.000 y 940.000 millones de euros, o sea, entre el 3% y
el 9% del PIB de la Unión Europea.