En tres años, 130 millones. Esto es lo que prevé destinar el Ayuntamiento de Barcelona a medidas para avanzar hacia un cambio del modelo energético. Entre ellas está la creación de una entidad comercializadora de energía. El consistorio persigue cuatro objetivos básicos: reducir un 10% el consumo de energía final de toda la ciudad, disminuir un 18% los gases de efecto invernadero, doblar la generación local de electricidad con energías renovables y garantizar los suministros básicos a la ciudadanía.
“Barcelona está acertando de pleno al utilizar la energía como el principal vector de cambio para recuperar la ciudad para los ciudadanos, porque la idea general a nivel global es que el desafío del cambio climático es una oportunidad para cambiar. Lo que subyace ahí es algo precioso que puede remover el imaginario popular”, asegura sin dudarlo desde Madrid el experto en políticas medioambientales Domingo Jiménez Beltrán.
¿Pero qué puede hacer hoy realmente el Ayuntamiento? “Pues mucho, porque la situación desde el punto de vista energético y urbano ahora mismo es horrorosa”, continúa Jiménez Beltrán. “Es verdad que hay que cambiar la Ley de Régimen Local, pero Barcelona está aprovechando el margen de maniobra que tiene, y está preparándose para aumentarlo. El cambio global se va a producir a nivel urbano. Y si las ciudades cambian, todo cambia”, sentencia.