La energía solar fotovoltaica y la eólica se están volviendo cada vez más baratas y abundantes, tanto que están en camino de sustituir por completo a los combustibles fósiles en todo el mundo en dos décadas, y el marco de tiempo depende principalmente de la política.
La posición de algunos políticos en torno a la necesidad de construir nuevas centrales de carbón suena un tanto pintoresca. La realidad es que la creciente ola de energía solar fotovoltaica (PV) y energía eólica ofrece la única posibilidad realista de evitar el peligroso cambio climático. No hay otra solución y es muy difícil imaginar una respuesta al cambio climático que no implique a fotovoltaica y eólica como tecnologías encargadas de realizar la mayor parte del trabajo.
La mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero se deben al uso de carbón, petróleo y gas, que es típico de los países industrializados. Lamentablemente, los intentos de capturar y almacenar las emisiones de dióxido de carbono de los combustibles fósiles se han reducido debido principalmente a las dificultades técnicas y los elevados costes. Por tanto, para reducir el calentamiento global hace falta reemplazar por completo el uso de combustibles fósiles, con fuentes de energía que cumplan, según el análisis realizado por los investigadores de la Australian National University Matthew Stocks y Andrew Blakers en el portal The Conversation, con estos criterios:
- Base de recursos muy grande
- Emisiones de gases de efecto invernadero bajas o nulas
- Materias primas abundantes o ilimitadas
- Preocupaciones mínimas de seguridad con respecto a la guerra, el terrorismo y los accidentes
- Bajo coste
- Disponible para su producción en masa.
La energía solar fotovoltaica cumple con todos estos criterios