El despilfarro eléctrico en España sigue siendo muy elevado. Incluso si nos comparamos con países con menos luminosidad, menos temperatura y más renta per capita, como es el caso de Alemania, nuestro consumo eléctrico por hogar es significativamente más elevado. Pero, lo que es más llamativo, si nos comparamos con un país con una renta por habitante similar a la nuestra, como es Italia, y con unas condiciones climatológicas muy similares a las nuestras, nuestro consumo eléctrico por hogar supera al italiano nada menos que en un 40%.
Estamos ante una gran oportunidad en lo que se refiere a la rehabilitación energética de los edificios. Dicha inversión es un win-win-win: mejora el empleo y la actividad en el sector de la construcción, revitaliza la industria auxiliar, reduce el gasto público a largo plazo, mejora la balanza de pagos y favorece la sostenibilidad medioambiental. La Guía de Eurostat anima a las administraciones públicas a servir de ejemplo para el sector privado. Sus inversiones en el ahorro energético de los edificios no computarán como déficit público si:
(i) La inversión en eficiencia energética se financia con los ahorros en la factura energética, aunque lleve varios años
(ii) La inversión y, por tanto, el riesgo en términos de rendimiento y de la tecnología empleada corren a cargo de las empresas que la lleven a cabo
(iii) El contratista privado ofrece las mejores condiciones posibles a su cliente del sector público, es decir, se trata de un sistema competitivo.