1 sept 2020

Nuestra dependencia del petróleo sigue siendo enorme

El último informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) –Key World Energy Statistics 2020– supone un auténtico jarro de agua fría a cómo avanza el mundo hacia las energías limpias. El estudio pone de relieve que, a finales de 2018, el petróleo seguía siendo el rey, representando el 31,6 % del suministro, seguido del carbón con casi el 27% y el gas natural casi el 23%. Esto es: juntos, estos tres combustibles fósiles siguen suministrando más del 81% del total mundial de la energía que demandamos. Cuatro década atrás, el porcentaje era el 86,5%. Apenas hemos avanzado.


Gracias a las renovables, ahora el mix es mucho más eléctrico: ha crecido del 9,4 por ciento de 1973 al 19,3 por ciento de 2018, lo cual es ciertamente un avance importante. De hecho, entre 2005 y 2018, la producción de electricidad a partir del viento se disparó de 104 teravatios-hora a 1.273 teravatios-hora, mientras que la generación con energía solar creció de sólo 4 TWh en 2005 a hasta 554 TWh en 2018. Unas cifras impresionantes pero del todo insuficientes atendiendo a la necesidad imperativa de frenar las emisiones de CO2 para hacer frente al calentamiento global.

Todo ello pone en evidencia otro aspecto clave: mientras que los combustibles fósiles sean baratos, en muchas regiones del mundo se seguirá optando por ellos. Y no solo en los países con economías más débiles, sino también en grandes mercados, como China. Más aún teniendo en cuenta que la demanda de energía sigue en aumento a medida que crece la población mundial.

En resumen, estos datos aportados por el organismo internacional muestran un mundo muy dependiente del petróleo y el gas, e incluso del carbón, para su continuo suministro de energía, e invitan a la reflexión y a un cambio rápido de rumbo. De no hacerse así, limitar el cambio climático a lo planteado por la ciencia parece del todo inalcanzable.