Mientras que a corto plazo, además de una catástrofe humanitaria, económica y ambiental por el aumento de consumo de combustibles fósiles como el carbón, la agresión de Rusia a Ucrania ha podido, según los expertos, «pulsar el acelerador de forma definitiva a la instalación de alternativas como las fuentes renovables».
La amenaza del corte de suministro por parte de Rusia, al que ahora España puede sumar el temor al mismo problema, pero con Argelia, está teniendo repercusiones a medio y largo plazo que supondrá un impulso a tecnologías que estaban siendo adoptadas, pero de modo desigual y sin una decisión total. Algo que la guerra parece que ha cambiado.
Ahora queda por ver la velocidad de la expansión de las renovables en una UE y el Reino Unido tenían a finales de 2021 la capacidad de producir alrededor del 49% de su electricidad a partir de energías renovables, casi el doble, por ejemplo, de los Estados Unidos.
Un proceso que será doloroso, caro, pero que abre las puertas a un futuro donde la energía no será una manera de chantaje geopolítico, y donde además de menos emisiones, esta sea más económica.