Lo del mercado eléctrico francés ya no tiene calificativos. Los ha perdido todos. La situación de las centrales nucleares cada vez va a peor y no tiene buena pinta. Con una alta probabilidad se cumpliría el dicho de que, por mala que sea, toda situación es susceptible de empeorar.
Así las cosas no pueden estar peor. Una treintena de los 52 reactores nucleares están parados. Unos en labores de mantenimiento por parada programada, pero la inmensa mayoría por unos problemas técnicos, de corrosión en algunos elementos, que han hecho paralizar la mayor parte del parque nuclear.
Y no será por unas semanas. Ya lleva así unos meses. Y lo seguirá al menos otros seis meses, es decir, todo el otoño y el invierno próximos.
Esta situación, que ya no se puede denominar de gripe, sino más bien de desastre nuclear, ha llevado al mercado eléctrico a cotas insospechables. Si en la primavera ya advertía de precios de 500-600 €/MWh en el verano, ya se puede decir que la previsión se ha cumplido.
Además, todo esto ha hecho que la principal compañía privada del sector, la española Iberdrola, le pida a sus clientes galos que abandonen la compañía y no renueven con ellos.
La situación es muy crítica y habrá que estar atentos porque probablemente se contagie hacia otros mercados con los que Francia está interconectado.