La red principal de Australia acaba de terminar un verano de récords: máximos históricos de demanda en toda la red, mínimos históricos de demanda y una media récord de renovables del 44,7%. Y lo que es más importante, a pesar de que la energía eólica, solar e hidráulica se aproxima a la mitad de todas las necesidades de generación, tampoco se han producido cortes de suministro, a pesar de los crecientes problemas de fiabilidad de la vetusta flota de combustibles fósiles.
Y los consumidores pueden agradecer en gran medida al creciente impacto del almacenamiento en baterías esa fiabilidad de la red y la ausencia de apagones -aparte, claro está, de los causados por tormentas y otros factores que podrían haber derribado líneas eléctricas locales-, así como su capacidad para responder rápidamente a las necesidades de demanda y suministro, y su flexibilidad.
El verano pasado fue testigo de las primeras indicaciones a grandes baterías para que estuvieran en reserva en caso de que la demanda mínima cayera a niveles que dificultaran la gestión de la red.
Australia aspira a alcanzar una cuota de renovables del 82% en 2030, en el marco de una transición planificada que probablemente supondrá la retirada de las últimas centrales de carbón del país dentro de una década.