Instalar placas solares en una vivienda unifamiliar es relativamente sencillo y rentable. En algunos casos, con la instalación de baterías es posible conseguir incluso que la casa sea energéticamente autosuficiente. Sin embargo, la mayor parte de la población en España vive en pisos y sufre las dificultades asociadas a las comunidades de vecinos.
Colocar paneles solares en una comunidad de vecinos es posible, y puede representar un gran ahorro en la factura para los habitantes de un edificio, una mejora de su calidad de vida y una ayuda en la conservación del medio ambiente.
La figura jurídica para las instalaciones de placas solares comunitarias se llama autoconsumo colectivo. Es un acuerdo entre los propietarios de una comunidad para repartirse la energía generada por una instalación. La Ley de Propiedad Horizontal requiere que un 33% de los vecinos estén de acuerdo con la instalación.
Quienes no lo estén, no estarán obligados al pago de la cuota, pero tampoco podrán disfrutar de la energía generada. Si más adelante quieren adherirse, tendrán que pagar la cuota actualizada con interés. La ley permite incluso compartir una instalación entre varios edificios, siempre que estén conectados a la misma central de transformación.
Lo siguiente es el acuerdo de reparto de energía, es decir, decidir cuál será la cuota de consumo de la energía generada para cada uno de los vecinos.
Los vecinos pueden ver reducida su factura de electricidad entre un 40% y un 80% cada mes, lo que supone unos 700 euros al año de media. Con estos ahorros, la instalación de energía solar comunitaria se amortiza entre siete y diez años, dependiendo de sus características.