3 dic 2020

Si la energía solar quiere triunfar, va por buen camino: es ya un 89% más barata que hace diez años


A bote pronto, el presente sigue siendo gris. Metafórica y literalmente. Los combustibles fósiles siguen siendo la fuente de energía más utilizada en la mayor parte del mundo. En 2019, el carbón fue, con mucho, la fuente más importante, al suministrar el
37% de la electricidad global; el gas se colocó como la segunda, suministrando el 24%; y la nuclear quedó en tercera posición, rondando el 11% (su posición es intermedia, dado que no es un combustible fósil pero tampoco es renovable).

Los datos de último informe de Lazard sobre el consumo energético mundial ofrecen algunas pistas sobre la dirección que ha emprendido el globo. El coste de la nuclear aumentó un 22% a lo largo de la pasada década; los del carbón se mantuvieron prácticamente igual; y sólo el gas natural redujo sustancialmente su precio, hasta un 37%. Lo ilustra este gráfico elaborado por Max Roser en Our World in Data.

Pero lo que ilustran los cambios en los precios de la electricidad es que tenemos una opción clara frente a nosotros con la que podemos hacer avances importantes. Las tecnologías bajas en carbono que eran tan caras hace solo unas décadas han bajado constantemente de precio y ahora proporcionan la electricidad más barata del planeta (lo que implica que ahora son la fuente de energía más barata que jamás haya existido y a la que la humanidad haya tenido acceso).

Reducir el coste de las energías renovables es clave para un futuro verde y con bajas emisiones de carbono, pero también tiene un gran beneficio para las personas del planeta. Básicamente porque su ingreso real es la relación entre lo que ingresan y el precio de los bienes y servicios por los que pagan. Y una caída de los precios de la energía significa que la renta disponible de las personas estaría aumentando.