«Iberdrola
me obligaba a enganchar una línea de alta tensión porque alegaba que no
podía conectarme a la existente ya que en la línea de esta zona del
pueblo hay poca potencia», explica. «Decían que si se sumaba una
vivienda más se fastidiaba todo».
La otra opción era arreglar los 92 suministros eléctricos de la línea
existente. «El coste era de 30.000 euros, cuando darse de alta no
debería llegar ni a los 1.000».
«Comencé a oír hablar sobre las placas solares y, finalmente, las
instalé en enero», cuenta. Decisión que le permitió, por fin, habitar su
casa. «Tengo 16 y, hasta ahora, han funcionado perfectamente. Me dan
una potencia de unos 5.000 vatios. Para curarme en salud puse un
generador de gasóleo». La inversión, dice, no superó los 15.000
euros, la mitad de lo que le exigía Iberdrola.
«Ya lo tengo amortizado porque el arreglo de los suministros era tan
caro...», dice. «Además, ahora todos los meses la factura de la luz es
de cero euros», afirma, orgulloso.
A pesar de su silenciosa victoria, Santamaría sabe que la propuesta de
Iberdrola no era justa: «Me informé en el Ministerio de Industria y me
dieron la razón, pero, ¿quién gana a Iberdrola en un juicio?», se
autopregunta. Quizás él lo hubiese hecho, pero optó por descartar la vía
de los tribunales. Apostó por las renovables y plantarse ante el
gigante eléctrico.