29 nov 2018

Extinción/Rebelión ¿La hora de la desobediencia civil ante el colapso ecológico?

Hace meses que cafés, escuelas, centros culturales y locales asociativos, de Reino Unido vibraban con una intensa actividad sociocultural en torno a un tema como la gravedad y excepcionalidad que supone la crisis ecológica. Centenares de conferencias y debates, tertulias, talleres, artículos en medios locales o intervenciones en radios comunitarias… eran los pequeños y silenciosos pasos con los que arrancaba la campaña Extinción/Rebelión.


Ante la falta de liderazgo institucional y el desinterés mostrado por los partidos políticos, que suelen encontrar en la crisis ecológica una cuestión incómoda para sus cortoplacistas cálculos en términos electorales, una amplia coalición de colectivos sociales y ecologistas decidían pasar a la acción. La iniciativa ha sido respaldada por un pluralidad de intelectuales, más de un centenar de académicos e incluso por algunos arzobispos como el de Canterbury. El activista y columnista George Monbiot planteaba en un texto alentando a la campaña cómo no podemos salvarnos sin oponernos al control oligárquico; la lucha por la democracia y la justicia y la lucha contra el colapso ambiental son lo mismo. No permitamos que quienes han causado esta crisis definan los límites de la acción política.

Este movimiento ha logrado articularse en base a la necesidad de abordar de forma urgente tres demandas, que han aglutinado un amplio abanico de sensibilidades ecologistas:
  1. El gobierno debe decir la verdad sobre el clima y la emergencia ecológica, revertir las políticas inconsistentes y trabajar junto con los medios de comunicación para comunicárselo a la ciudadanía.
  2. El gobierno debe promulgar medidas políticas legalmente vinculantes para reducir las emisiones de carbono a cero neto para 2025 y reducir los niveles de consumo.
  3. Se debe constituir una Asamblea Nacional de Ciudadanos para supervisar los cambios, como parte de la creación de una democracia capaz de asumir este propósito.

En distintos lugares del mundo confluencias de movimientos sociales vienen construyendo a nivel local el esbozo de una agenda para la transición ecosocial, trabajando en la elaboración consensuada de programas sin partido como diría Naomi Klein. Tal y como ha planteado Extinción/Rebelión, puede que haya llegado el momento de empezar a plantearnos la necesidad de acompañar estos procesos con campañas de desobediencia civil. Acciones capaces de interrumpir nuestras inercias culturales e institucionales, de plantear la discontinuidad que supone la crisis ecológica a nuestro futuro inmediato y de abrir debates capaces de articular nuevos consensos sociales sobre la justicia, la democracia y la sostenibilidad.