El desarrollo tecnológico y la competencia internacional, principalmente china, ha conseguido que el coste de una placa hoy sea un 75% más barato que hace 10 años. Y la producción por placa se ha triplicado. La inversión privada en autoconsumo fotovoltaico es competitiva sin necesidad de subvenciones, especialmente para las familias en sus viviendas tanto individuales como en comunidades. Cargar una batería de un coche eléctrico cuesta 10 veces menos que un coche de gasolina y puedes poner un cargador en tu vivienda por 500 euros. En poco tiempo, la oferta de coches eléctricos aumentará, los precios caerán como ha pasado con las placas y la demanda explotará.
España tiene el doble de horas de sol que nuestros socios europeos y la tecnología y los precios relativos de mercado soplan a nuestro favor. Igual que hay una industria del petróleo en Houston debería haber una industria solar en España. Para ello es necesario un Gobierno que desmonte toda la estructura proteccionista que desarrolló el anterior.
Esta revolución nos permitirá ahorrarnos buena parte de los 40.000 millones que pagamos en importaciones de petróleo y gas (3,5% del PIB), y convertirlos en nuevos empleos, salarios y más beneficios empresariales para aumentar la inversión y crear más empleo y mejorar los salarios. El Gobierno tiene el relato. Ahora falta concretar la estrategia y ejecutarla con éxito.