Con la desaparición del esperpéntico impuesto al sol perpetrado por el Gobierno de Rajoy en los estertores de su mandato, las trabas administrativas para el autoconsumo de electricidad a partir de fuentes de energía limpias y renovables han desaparecido. Y una de las principales beneficiadas es la fotovoltaica doméstica.
El impuesto al sol no prohibía la instalación de placas, pero los trámites para poder instalarlas en el tejado de una vivienda particular o un edificio de pisos podían durar hasta casi un año. Había que darse de alta en el registro de productores, emitir facturas con IVA y cumplir con el resto de requisitos que se le exigen a las grandes compañías eléctricas. Esa era una de las estrategias disuasorias más efectivas para entorpecer el autoconsumo.
Ahora todas esas trabas han desaparecido y los proyectos de instalación doméstica de menos de 35 kilovatios de potencia no necesitan ningún trámite especial.
También podemos instalar paneles solares en la azotea de un edificio para el uso compartido de todos los vecinos. Antes el titular de la instalación fotovoltaica y el titular del contrato con la compañía eléctrica debían de ser el mismo. Ahora ya no. Ahora una empresa de energía solar puede poner una instalación en la azotea de un bloque de viviendas y suministrar energía 100% limpia y renovable a todos los vecinos que así lo deseen.