El cementerio del 'dieselgate' |
Los fabricantes de coches pusieron el grito en el cielo ante el anuncio del Gobierno de prohibir la venta de coches de combustión a partir del año 2040. Consideraron la medida “excesiva”, como la calificó la patronal de coches Anfac, y en contra del principio de neutralidad tecnológica, es decir, dejar que el mercado decida por sí mismo la tecnología ganadora para reducir emisiones. Sin embargo, grandes marcas como Volkswagen ya están diciendo adiós a la gasolina sin esperar a ninguna prohibición. ¿Por qué? La clave está, precisamente, en la tecnología. Según ha estudiado el Consejo Internacional para el Transporte Limpio (ICCT), no es posible reducir las emisiones a menos de 70 gramos de CO2 sin dar un salto al coche eléctrico.
Volkswagen anunció la semana su cuenta atrás: en 2026 desarrollará la última generación de coches diésel y de gasolina. “Estamos gradualmente reduciendo los motores de combustión al absoluto mínimo”, lanzó el estratega jefe de la compañía, Michael Jost. La apuesta de la marca es un cambio radical hacia el vehículo eléctrico. Otros fabricantes como Volvo hicieron ya un anuncio similar en 2017.
“Uno tras otro, vamos a ver cómo los fabricantes de coches siguen a Volvo y a Volkswagen y electrifican sus flotas, lo necesitan, saben que no llegan con motores de combustión”, concluye Mock. El estudio del ICCT estima que, con una penetración del coche eléctrico del 4% en 2025, bajar las emisiones a 80 gramos de CO2 tendría un coste de 300 euros por vehículo. Sin embargo, si la cuota de eléctricos es cero para esa fecha, adaptar la flota para respetar ese límite de emisiones alcanzaría 450 euros de media por auto.