Alemania podría lograr la independencia del gas ruso ya en 2022, según una investigación del Instituto Alemán de Estudios Económicos (DIW) de Berlín, lo que contradice las estimaciones del Gobierno, según la cuales esto solo se alcanzaría en 2024.
“Si se recurre al máximo al potencial de ahorro de energía y se aumentan hasta donde es técnicamente posible las compra de gas de otros países, el suministro para Alemania en el invierno 2022/2023 estaría garantizado sin importaciones rusas”, dice el informe.
Alemania ha sido el país más reacio en incluir el gas y el petróleo en las sanciones a Rusia por la agresión a Ucrania, debido a la dependencia que tiene de los suministros de ese país.
Al comienzo de la guerra, el 55 % del gas y el 35 % del petróleo que se consumía en Alemania provenía de Rusia.
El estudio asegura que para lograr la independencia del gas ruso no es necesario, como se ha asegurado con frecuencia, que Alemania construya terminales propias de Gas Natural Licuado (GNL).
Esto último tampoco sería estratégicamente correcto, ya que, a medio plazo, hay que contar con una reducción del uso del gas en Alemania.
En lugar de construir terminales en la costa, para el GNL que llegue por barco, se deben aumentar las importaciones de países como Noruega y Países Bajos.
Con un aumento de las importaciones de Noruega se podría cubrir ya un quinto de las necesidades que cubre el gas ruso.
También se pueden utilizar las terminales que existen en Países Bajos, Bélgica y Francia para transportar más gas líquido hacia Alemania a través de la red europea.
Con ello se podría cubrir un cuarto de lo que actualmente cubre el gas ruso.
Además, se requiere llenar los depósitos disponibles hasta un 80 o un 90 por ciento de su capacidad antes de que empiece el próximo invierno.
Un empleo más eficiente de la red de gasoductos europea para ligar a Alemania con el sur de Europa, donde llega gas de países del norte de África, podría también aliviar la situación.
El estudio admite que el aumento de la oferta a través de esas medidas no alcanzaría a cubrir la ausencia del gas ruso, pero ve un potencial de ahorro que podría complementarlo.
Las necesidades se podrían reducir entre un 18 y un 26 % eliminando por completo el uso de gas en la generación de energía.