Corea del Sur invertirá 15.000 millones de dólares hasta el año 2030 para impulsar el desarrollo de las baterías de electrolito sólido, una tecnología que promete revolucionar la industria en los próximos años. Aparentemente, el objetivo del presidente Yoon Suk Yeol es que el país se convierta en el primero del mundo en comercializar este tipo de celdas.
La inversión será realizada de forma conjunta por los sectores público y privado. Además, Corea del Sur también planea cuadriplicar su capacidad de producción de materiales para cátodos durante los próximos cinco años, así como comenzar la producción nacional de baterías LFP (litio-ferrofosfato) a partir de 2025.
Aunque durante años las compañías coreanas (LG Energy Solution, Samsung SDI, SK On) dominaron la industria de las baterías, en los últimos tiempos se han visto superadas por la competencia china, que actualmente lidera el sector gracias a empresas como CATL y BYD, los dos mayores fabricantes del mundo. LG, Samsung y SK todavía completan el top 5.
China debe su actual liderazgo al impulso de las baterías LFP, mucho más asequibles y longevas que las NCM (níquel, cobalto, manganeso), que a cambio ofrecen una mayor densidad energética. Sin embargo, CATL se muestra escéptica respecto al potencial de las baterías de electrolito sólido, que todavía tienen mucho camino por delante hasta lograr un impacto significativo en el mercado de volumen. De acuerdo con el gigante chino, su producción en masa se hará esperar hasta 2030 debido a las dificultades técnicas asociadas a su desarrollo.
Todo parece indicar que Japón también se convertirá en un fuerte contendiente, pues sus tres principales grupos automotrices (Honda, Nissan, Toyota) están invirtiendo en este tipo de baterías con el objetivo de llevarlas al mercado a lo largo de la segunda mitad de la década.
Frente a las actuales baterías de electrolito líquido, las de electrolito sólido prometen una densidad energética muy superior, lo que se traducirá en unas autonomías más amplias. Además, su mayor estabilidad térmica las hará más seguras y les proporcionará un rendimiento optimizado en todo el rango de temperaturas.
Los tiempos de carga también se verán muy reducidos en relación con las cifras exhibidas por la tecnología actual: según algunas estimaciones, se cargarán hasta tres veces más rápido; es decir, tardarán aproximadamente un tercio en recuperar un porcentaje de carga similar.