Cuando en 1980 se estrenó Mad Max, la hipótesis de un futuro apocalíptico en el que la escasez de combustible ponía el mundo patas arriba no parecía ciencia ficción. Aquel Mel Gibson pasando penurias en la carretera reflejaba los miedos de un mundo real en vilo por el precio de la energía disparado, los pozos de Irán e Irak en llamas por la guerra y el decreto de restricciones.
Sin embargo, Mad Max se equivocaba. El último barril de petróleo que se queme en el planeta no costará millones, valdrá cero. Y no será el último porque se acabe, sino porque el siguiente nadie lo querrá.
Preocuparse por cuándo se acabará el petróleo es muy del siglo XX. En el XXI la nueva duda es cuánto tiempo más querremos seguir utilizándolo.
En las nuevas distopías, en vez de peleas por la gasolina como en Mad Max, puede que sea el control de los paneles solares lo que preocupe a los bandidos de la carretera del futuro. Aunque en realidad, lo más preocupante de aquella película es que nunca deja claro qué le pasó al planeta para dejar el mundo patas arriba. No especifica la ficción quién era el presidente de Estados Unidos antes del apocalipsis.
“El petróleo es la mayor transferencia de renta de la historia de unos países a otros”, explica Escribano, del Real Instituto Elcano. “Los países compradores estamos transfiriendo a los productores más dinero del que jamás se ha transferido en la Historia. Más que el oro en el descubrimiento de América. Les transferimos a unos señores de Arabia Saudí que les cuesta 7 dólares extraer cada barril y se lo llegamos a pagar por encima de los 100 dólares. No ha habido ningún fenómeno económico que se le parezca”.
AIE incluye en sus proyecciones un escenario que adelanta, y mucho, el tope de consumo mundial. Según sus últimas estimaciones, en caso de que hubiese una acción concertada por impulsar realmente la lucha contra el cambio climático y como consecuencia las renovables disparasen su producción, el consumo máximo se podría tocar ya en algún momento próximo a 2020 y “al final de la próxima década la demanda caería en más de un millón de barriles de petróleo cada año”, explica la AIE.
“En los próximos años EEUU podría ser autosuficiente en materia energética y esto cambia el mundo tal y como lo hemos conocido”, afirma Mike Rosenberg, profesor de Dirección Estratégica en IESE. “Surgen muchas incógnitas: ¿Dónde va a vender Venezuela y México su petróleo? ¿Va a seguir EEUU manteniendo la Quinta Flota en Bahrein? Es muy posible imaginar a Trump desvinculándose del mantenimiento de la estabilidad en la región. Esto podría producir una guerra entre Arabia Saudí e Irán”. Y añade el experto en geopolítica: “Un Oriente Medio en llamas afectaría al precio del petróleo global, porque el resto del mundo todavía lo necesita. Mientras Trump esté en la Casa Blanca, no podemos olvidar que no mide los riesgos y es imprevisible”.