"La evidencia científica del cambio climático antropogénico está empíricamente establecida, pero comunicarla a audiencias no científicas sigue siendo un desafío". Así comienza un artículo científico publicado en la revista Science Advances en el que un equipo de investigadores analiza el lenguaje utilizado por el IPCC, el grupo de expertos de Naciones Unidas para lanzar sus mensajes científicos. Su lenguaje es demasiado tibio, "notablemente conservador" dicen, lo que permite a los políticos rebajar la ambición de sus medidas climáticas. El cambio climático es más evidente, más achacable a la acción humana y con impactos más severos que lo que trasciende del lenguaje oficial.
Este fenómeno, explica el análisis, es algo que, no solo se produce por la complejidad de la investigación del clima, sino que también se debe a la presión constante de los negacionistas del cambio climático.
Los autores de la investigación concluyen en su artículo que sería deseable crear un nuevo Grupo de Trabajo específico que analice la divulgación de los resultados. Sin embargo, Lynn asegura que no hay "ningún plan" para crear algo así y defiende que la estrategia de comunicación actual "ha sido eficaz, incluso si está enmarcada en el lenguaje de la incertidumbre del IPCC", poniendo como ejemplo el Quinto Informe de este organismo, que "fue la aportación científica clave al Acuerdo de París de diciembre de 2015".
Vieites, por su parte, concluye que "aunque el IPCC mejore su comunicación, ya estamos en un momento en el que esto empieza a ser secundario y lo importante ahora es comenzar a tomar medidas".