Está claro que tenemos que abandonar los combustibles fósiles, y además rápidamente, y está claro que la alternativa es el aprovechamiento de la energía renovable. A estas alturas creo que poca disputa puede haber sobre eso.
Ahora bien, el modelo por el que se ha apostado (no el Miterd, sino todos organismos internacionales y los poderes económicos) es el de Renovable Eléctrica Industrial, o REI. El REI es un modelo basado en la producción masiva de electricidad a partir de grandes instalaciones de captación de energía renovable para su distribución en una red de alta tensión. Este es un modelo enormemente ineficiente, que requiere de muchos recursos que no son abundantes, que se apuntala en una energía fósil abundante y barata, y que se orienta a aumentar el consumo de electricidad. Es todo lo contrario de lo que necesitamos y falla por todos los lados: por la escasez de recursos, por la escasez de combustibles fósiles (de lo que nadie habla es de que la producción de petróleo crudo, el de mayor calidad, cae desde 2005, y el de todas las fuentes de petróleo desde 2018, y eso por ejemplo ha llevado a una crisis brutal con la producción de diésel, que ahora está un 25% por debajo del nivel máximo y que está obligando a muchos países a racionar) y porque el consumo de electricidad cae en España, la UE y la OCDE desde 2008 (¡hace 15 años!). El último capítulo, con el anuncio del paquete europeo de rescate a la eólica y el hundimiento de Siemens Gamesa, muestra hasta qué punto hemos construido un gigante con los pies de barro. El REI es un modelo técnicamente inviable, y, sin embargo, es el único que se propone, por el Ministerio y por todo el mundo. Es la receta perfecta para el desastre.
El modelo a seguir es uno muy diferente, de energía, de proximidad, de instalaciones más pequeñas, de aprovechamiento de la energía renovable más directa y no siempre de forma eléctrica, que no use materiales escasos ni tecnologías complejas que no controlamos aquí, que no separe el proceso de la procuración de energía…
Tenemos tecnologías diversas, pero dispersas para hacer esto, pero hace falta un trabajo intenso para poder implementar esto. Nadie invierte en esto porque es inconcebible para el poder económico que el REI esté abocado al fracaso, porque aceptarlo sería aceptar que el crecimiento económico se ha acabado, que el capitalismo tal y como lo hemos entendido está llegando a sus postrimerías. Así que, la cosa es simple: seguiremos apostando por un modelo disfuncional que no solo no ayudará, sino que lo empeorará todo, y no trabajaremos en una alternativa viable.