Para entonces habrá un «cambio drástico en los precios, que bajarán con rapidez gracias a la entrada masiva de energía eólica y solar —entrarán en funcionamiento proyectos que ahora están en trámite—. De cara al 2030, la capacidad de estas tecnologías «probablemente se triplicará», anticipan en un análisis de Paul Whitfield. De hecho, su división de materias primas pronostica que los precios en mercado europeo estarán por debajo de los 10 euros/MWh el 25% del tiempo y el 50% para el 2035, algo que solo se da en el 5% de las horas en la actualidad.
Claro que, esa bajada acusada de las tarifas por la entrada masiva de renovables también podría acarrear menos rentabilidad a las energéticas, que deberán hacer equilibrios en sus planes de negocio para evitar morir de éxito —que haya más capacidad que demanda real—. Especialmente en los períodos en los que coincide que cae la demanda, pero se genera energía en los parques eólicos y fotovoltaicos (entre abril y junio) y no hay suficiente infraestructura para guardarla.
Por eso, para evitar oscilaciones muy grandes en los precios, también para los consumidores, sugieren acelerar el desarrollo de mejores interconexiones eléctricas —permitan evacuar la energía a donde se necesita—, alternativas de almacenamiento y la generación de renovable híbrida con capacidad de almacenaje. Los sistemas de este tipo generan electricidad a partir de varias fuentes, pero tienen un mismo punto de conexión a la red, de tal forma que se puede aprovechar la energía fotovoltaica en las temporadas de más luz y la eólica cuando hay peor tiempo.
«Los efectos del rápido crecimiento de las renovables se notará en toda Europa», señala el informe. No obstante, el impacto dependerá de la composición del mix energético de cada mercado. ¿Cómo evolucionará el español? En el 2021, cuando los precios comenzaron su escalada —si bien habían tocado fondo en la pandemia—, la eólica concentró el 25% de la electricidad generada; la solar, el 10%; la nuclear el 23%; el gas natural, el 16%; y otras fuentes, el 26% (incluido el carbón o la hidroeléctrica). El mix será bien diferente en el 2030. El viento y la luz aportarán el 70% de la energía generada, el peso de la nuclear caerá a menos de la mitad y el gas natural solo será necesario para suministrar el 3 % de la energía al sistema. Eso, claro, si no se tuercen los planes porque, tal y como alertan los analistas de S&P Global Ratings, la lentitud en la tramitación de los permisos, que han provocado cuellos de botella, y la falta de conexiones —tanto con otros países como de acceso a la red, en el caso de Galicia— , pueden dar al traste con esta oportunidad única de abaratar la factura de la luz de hogares y empresas y reducir la huella de carbono.