El último estudio del Oxford Institute for Energy Studies, llamado Hydrogen pipelines vs. HVDC lines: Should we transfer green molecules or electrons?, ha examinado líneas de transmisión de corriente continua de alto voltaje (HVDC), un método para transportar electrones verdes a largas distancias, y las ha comparado con tuberías de hidrógeno, consideradas por muchos como esenciales para transportar moléculas verdes a través de regiones.
Reutilizar la infraestructura de gas natural para el transporte de hidrógeno no es universalmente factible. El hidrógeno tiene características únicas que requieren modificaciones materiales en todo el gasoducto. Las moléculas de hidrógeno son mucho más pequeñas que las del gas natural, lo que plantea riesgos de fugas y fragilización. Además, la compresión del hidrógeno requiere más energía que la del gas natural, lo que implica costos adicionales. Estos desafíos pueden hacer que los proyectos de gasoductos de hidrógeno sean menos atractivos en comparación con las líneas HVDC.
A pesar de estos desafíos, existen soluciones técnicas para la mayoría de los casos, lo que hace técnicamente viable la reutilización de la infraestructura de gas natural y la construcción de infraestructura de hidrógeno. Sin embargo, la eficiencia de la producción de hidrógeno verde y su posterior transporte plantea otro desafío. Cuando el hidrógeno se produce en parques eólicos marinos y se entrega a través de gasoductos, las pérdidas de energía derivadas del proceso de conversión de energía en hidrógeno pueden alcanzar aproximadamente el 40%.
En un contexto más amplio, los expertos concluyen que “es fundamental no ver estas tecnologías y proyectos como competidores, sino como elementos complementarios que pueden coexistir en un sistema energético complejo”. La elección entre gasoductos de hidrógeno y líneas HVDC dependerá de factores como la disponibilidad de la infraestructura existente, la adaptabilidad a nuevos componentes, la evaluación de riesgos, la madurez del mercado y la aceptación social.
Es posible que lleguemos a necesitar una infraestructura energética capaz de albergar tanto moléculas verdes como electrones. La elección de la tecnología dependerá de las necesidades específicas de cada región y del compromiso con un futuro más sostenible.